Rubén Martín Díaz: Un tigre se aleja

RUBÉN MARTÍN DÍAZ    
Un tigre se aleja
Renacimiento, Sevilla, 2021

«Y ese amor de apretar / mucho los párpados // para ver con el alma / lo que el cuerpo no deja».

El tigre que se marcha en el título de Rubén Martín Díaz (Albacete, 1980) es la juventud febril, un modo de concebir la vida que tiene caducidad. Si la poesía de Rubén Martín siempre ha sido contemplativa, en este nuevo poemario incrementa el tono reflexivo, se aferra a una cita de Roberto Juarroz para indagar buscando «el espacio de lo imposible que es también a veces el espacio de lo indecible». No le interesa tanto la naturaleza que está a la vista, como la que se presiente: «quisiera dibujar las formas vivas / del humo». En «Árbol ausente» se propone «Alejarme de todo y, en lo oscuro / sentir la dimensión profunda de las hojas / abrazándome el alma». Lo que el poeta está buscando todo el tiempo es esclarecer su identidad, saber quién es, en la dimensión más profunda del ser, y presiente que para llegar a ese conocimiento no le basta con mirarse en los espejos, tiene que disolverse literalmente en las cosas queridas, en el abrazo con el hijo: «en tu abrazo me olvido de mi cuerpo. / No hay nada más hermoso que borrarse / como un recuerdo que se deja ir / en el momento en que otro lo sucede». Se trata de «mirar desde la ausencia / de nosotros, / desde el hueco imposible / de los cuerpos / que amamos». Aquella juventud gloriosa, festera, desorbitada, que para Rubén Martín se concentra en el símbolo del tigre, está tan lejos ya, que ya no es: «Te quedas como niebla en la memoria / después del sueño, / justo antes de asumir que no eres cierta, / que ya no es el invierno / como entonces, / que ya jamás / seremos». «La memoria es un vaso / lleno de agua con gas», se dice a sí mismo, y vuelve al propósito de disolverse para encontrarse: «Intenta pronunciarte sin describir tu imagen / (...) y esa nada que queda quizás pueda explicarte». Un tigre se aleja es un libro indagatorio sin salirse de lo cotidiano, sin perderse en raras honduras. Quizá lo más exótico sea ese tigre que, en el último verso, el que cierra el poemario, el poeta ve alejarse lentamente desde la ventana.


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