Pablo Fidalgo Lareo, Anarquismos & Manuel Faria

PABLO FIDALGO LAREO
Anarquismos & Daniel Faria
Papeles Mínimos, Madrid, 2019

«Hablábamos de un momento de la noche / donde se es libre. / Donde el cansancio te permite decirlo todo. / Yo persigo aún ese momento. / Tiene que estar por aquí».

Pablo Fidalgo Lareo (Vigo, 1984) es un artista polifacético que publica libros de poesía, escribe y representa teatro y comisaria ciclos artísticos. Ha viajado mucho, vive y trabaja en Lisboa. Pero, si hay una faceta que aglutine todos esos perfiles, probablemente sea el teatro en todas sus absorbencias. Con los textos de dos de sus performances ha publicado un libro bicolor en la editorial Papeles Mínimos. El texto Anarquismos aparece en blanco. El titulado Daniel Faria, en gris. Una performance es un espectáculo donde se busca el contacto directo con el público. Y, dependiendo de cómo reaccione, hay que improvisar una respuesta para mantener viva la comunicación, que se produce más en el plano emocional que en el racional. Los textos de Fidalgo se antojan más puntos de partida que de llegada. Se proponen provocar una reacción. Así, Anarquismos, concebido como un poema épico, no narra una epopeya, sino que gira sobre la revolución y sus evocaciones. Sobrevuela el transcurrir automático de los versos una serie de nostalgias comunes a todas las revoluciones y más especialmente al sueño de las revoluciones, que pertenecen todas a una misma euforia de la supervivencia, como explica Fidalgo. «Sueño una generación que no da nada por perdido», asegura, enmendándole la plana a Ginsberg. El resultado es neblinoso como un río que arrastra demasiadas cosas y transcurre por en medio de una casa. Sugerente también, por supuesto. Un poco beat, un poco «mayo del 68», un poco panfletario, lo que quizá sea más conveniente para el teatro que para la poesía: «el mundo se divide en aquellos que recuerdan sus sueños y aquellos que no». La segunda performance, concebida como un diálogo con un monje portugués que murió joven, es más intimista y reflexiva. Lo mejor, lo más intenso, el epílogo: «Describo una coreografía, escribo con el cuerpo. / ¿Puede entender cómo me muevo / cuando no tengo palabras?»

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