Olga Novo: Felizidad

OLGA NOVO
Felizidade
Olifante, Zaragoza, 2020
«Ahora soy cóncava o convexa según me mires tú / o me mire yo: / hay cosas que solo se comprenden / llevando una vida dentro».

En Felizidad confluyen dos acontecimientos supremos de la vida de Olga Novo (Vilarmao, Lugo, 1975): quedó a la vez embarazada de su hija Lúa y conoció el diagnóstico funesto de la enfermedad de su padre. A partir de ahí empezaron a contarse los siete años en que se fue escribiendo el poemario, cuyo título es un calambur intraducible en castellano porque abraza en gallego las palabras «feliz» y «edad». Desde este punto de partida, los poemas manan con energía versicular, en la tradición de Walt Whitman, coloquiales y atentos a la vida palpitante, repitiendo a veces versos como si fueran ecos o estribillos sonámbulos. No le hablan a la multitud, sino, en distintos momentos, a su hija, su padre y su pareja, pero les hablan con todo el cosmos puesto en pie, incluidas las intertextualidades. A menudo parten de una anécdota que se mezcla con una visión calidoscópica y totalizadora: «Tú no lo sabes, / pero hay un árbol que ya no existe / cuya sombra te protege. / Igual que la razón matemática / por la que un límite tiende al infinito». Novo regresa a menudo a su infancia rural para canalizar la energía que comunica el pasado con el presente. Por ejemplo en el poema «La cosecha de patatas», uno de los más recomendables, empieza contándole a su padre: «Si supieras que al cosechar las patatas yo oía a Rachmaninov / en los entrepaños de aquella mañana fresca / que nunca volverá». Y acaba diciéndole: «la mañana llegando a un instante en que se condensan todos / y así puedo vivirte de manera simultánea / sin temor a perderte en la materia…». Otro de los destacables, «Sueño», un poema de amor de atmósfera onírica, abre con estas palabras: «A veces sueño que me acaricias / y el lagarto de las vértebras sorprendido colea sobre la hierba». Olga Novo ganó el Premio Nacional de poesía 2020 por Feliz Idade. Es su primer libro traducido al castellano. Y, aunque sea extenso, echamos de menos poder cotejar la traducción de Xoan Abeleira con el original.

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