José María Álvarez, Música para el funeral de la Libertad

JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ
Música para el funeral de la Libertad
Renacimiento, Sevilla, 2020

«El esplendor del sol se ha ido / como una succión / que me lleva nadie sabe a dónde».

El cartagenero José María Álvarez (1942) vuelve fiel a sus citas con el atardecer, con la nostalgia de un mundo de relecturas y viajes: «Y eso es todo lo que el Arte pide. / ¿Qué importa su creador? / Solo si merece ser amado. / Si ha hecho mejor el mundo». Ni siquiera parecen preocuparle los títulos. Este poemario se llama Música para el funeral de la Libertad, que suena grandilocuente, excesivo en su decadencia. Porque hay en la poesía de Álvarez muchos días pasados y muchos atardeceres exóticos que se parecen entre sí, y cada vez más desencanto y rabia por un presente que no le gusta, cada vez más un refugiarse entre los clásicos, en citas agavilladas como flores del jardín de la memoria. «Ojalá / pudiéramos mirar nuestra vida / así, hecha de pedazos que ya ni sabemos / de dónde vienen, pero bañados por una luz / de dicha, de aventura, eternos, porque nos dicen / lo que de verdad somos: la imaginación, el / deseo / de ver, gozar, sentir lo extraordinario». Álvarez nos sigue abriendo estancias de rara belleza, como el poema «Última imagen en aquella librería», donde evoca a su madre, o también otro titulado con un latinajo interminable, que coparía el artículo, y que dedica a su propia librería, a esos libros que el último sol acaricia una vez más y cuyo porvenir, más allá de su vida, ensueña con dolor. De vuelta de todo, Álvarez recuerda, despide y agradece: «Cómo agradezco / haber estado aquella tarde allí / y que me visite ahora». También rinde homenajes, le aconseja a un joven poeta: «Acepta la Soledad. / Lee a los antiguos. / Ten pocas cosas: lo que quepa en tu maleta. / No tengas otra patria que la literatura. / Jamás discutas con el Destino». Álvarez se muestra siempre fiel a las reglas y a sí mismo, y despreocupado por lo que puedan pensar quienes lo lean: «Sólo existe la página en blanco / la desesperación ante la belleza inalcanzable // La / Poesía / como Hamlet decía de la Muerte / Esas tierras inexploradas / de cuyas fronteras ningún viajero / ha vuelto».



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