Antonio Colinas, En los prados sembrados de ojos

ANTONIO COLINAS
En los prados sembrados de ojos
Siruela, Madrid, 2020
«¿Por qué fuiste tan lejos / si la meta final estaba aquí / en el lugar del que partiste?».

Con casi veinte poemarios en su haber, el leonés Antonio Colinas (La Bañeza, 1946) sigue recorriendo sus paisajes interiores, que son los que antes hollaron sus referentes, los místicos santa Teresa o san Juan de la Cruz. Ecos del Cántico espiritual resuenan en pasajes como el que reza: «estos montes en paz / estas orillas / del río sosegado, / los álamos / temblorosos, enormes, susurrando / su paz en nuestros ojos / cerrados…». Ecos de san Juan y al mismo tiempo de Antonio Machado, y de León Felipe, y de Li Bai. Cuando entorna los ojos frente al paisaje, a Colinas le acuden en tropel versos que ha ido interiorizando mientras caminaba por los lugares donde se escribieron. Iba queriendo ver lo que vieron los poetas en el momento de concebirlos, reconstruir desde la mirada el recorrido que siguieron las imágenes y los olores hasta fijarse en palabras memorables. Así reunió Colinas sus tratados de armonía y así mira los cielos y ve, no por sus ojos, sino con el Astrolabio de sus lecturas. Así santa Teresa dice en sus versos: «Sabías que en Castilla / atrae doblemente lo celeste, / pues es mayor el cielo que la tierra / para el que siempre persigue horizontes / de infinitud». Pero también la historia, la arqueología, cuando se funden en la neblina de la leyenda, se buscan en sus poemas, como ocurrió en Sepulcro en Tarquinia y ahora en los prados que pisotearon los caballos de la IV Cohorte Gala, cuya evocación da nombre a un poema y al libro entero: En los prados sembrados de ojos. Y mira por dónde, en todos estos viajes y excursiones, poco a poco, cada vez más, asoma el niño, la infancia de Colinas, que no necesitaba más referencias que la imaginación: «Hasta la piedra puede dar sus frutos / cuando recibe el soplo del misterio». Finalmente no necesitaba viajar tanto para dar con el viaje. Después de tanta búsqueda, la sabiduría era el niño, su viaje más valioso es simplemente estar, en silencio: «En la oscuridad / (en mi oscuridad) / veo sin ver / y encuentro / sin buscar».

1 comentario:

  1. ¡Qué maravilla! ¡Cuánta paz en esa mirada que vuelve siempre a los montes de su infancia! Aunque Antonio Colinas mira muy bien desde todos los lugares en que se ha perdido o encontrado: Italia, Ibiza,...y no digamos desde donde creo que ahora vive, ¡en Salamanca!

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