Javier Lorenzo Candel, Sin Piel

JAVIER LORENZO CANDEL
Sin piel
Siltolá, Sevilla, 2020

«Vivir acaso sea repetir las preguntas».

El albaceteño Javier Lorenzo Candel (1967) nos ha ido asegurando a los amigos que se retiraba de la poesía con Sin piel, y los amigos cumplimos nuestra obligación de no creerle. Al fin y al cabo sabemos que Javier es más Javier en los poemas que en ningún otro sitio, que su poesía le ayuda a conocerse, que con los versos va creando y puliendo una identidad: «Tan solo puedo darte / un recuerdo de mí que no sean estas ruinas / donde apoyo mi cuerpo, / una presencia en el centro de todo lo que escribo». El interlocutor no es Javier, pero es Javier. Como en sus últimos poemarios, Apártate del sol (2018), Manual para resistentes (2014), Territorio frontera (2012), la realidad que le circunda sirve como punto de partida, pero le resulta insuficiente. Hay siempre una carencia, una insatisfacción, un repetir las preguntas, un solicitar ayuda: «trae contigo una vida y déjala caer / sobre lo que me falta». Y lo que le falta, sea lo que fuere, está en el mar. Todos los caminos de la poesía de Lorenzo conducen hacia el mar, que es el territorio de su infancia. Nos pasa mucho a los poetas de secano. Pero en su caso, el mar es más que un símbolo. El mar sigue flotando en su memoria igual que el manco sigue sintiendo que le duele o le pica el brazo que perdió: «Hace un tiempo que el mar / dejaba su sonido dentro de mi atención / y, con palabras, me invitaba a su fiesta. / Entendía su modo en que, súbitamente, me impelía al diálogo, / a una acción y un mensaje / que iban de su rumor / a mi incapacidad de descifrarlos…». La primera de las pérdidas del niño, la más dolorosa, es la magia, escribió Nietzsche. Para Javier Lorenzo, esa pérdida es el mar, que sigue doliendo incomprensible como el naufragio de una vida anterior: «¿En qué infancia vivirme / para apagar el eco de la infancia?». De ahí su empeño en regresar, quemado por el sol, dejándose la piel. Aunque escuezan «las olas, tercos / latigazos del mar comprometidos / con derribar las costas», Lorenzo vuelve en soledad a sentirse «una parte vital de este paisaje».

1 comentario:

  1. Me gusta mucho la escritura de Lorenzo, por su capaz de evocar imagenes que a duras pensas se pueden perdibir sin la ayuda de un guía espiritual.

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