Jaime Siles, Galería de rara antigüedad

Foto Joaquín Bérchez
JAIME SILES
Galería de rara antigüedad
Visor, Madrid, 2019. 48 pág. 12€
«Combatían sin más y eso era todo. / Combatían como les habían enseñado: / eran autómatas con armas en las manos / sobre un suelo que el polvo / y los cadáveres no dejaban ver».
Jaime Siles (Valencia, 1951) escribe desde el tono, el clima y la manera de mirar el mundo de la Antigüedad Clásica para mostrarnos nuestra propia realidad. Esos guerreros que combatían como autómatas somos nosotros debatiéndonos contra los problemas cotidianos sin poder ver el suelo real, solo el suelo ficticio de las pantallas. «No: no mueren los héroes de La Ilíada / sino nosotros, sus lectores, que, a diferencia de ellos, / somos lo que somos pero sólo una vez. / Sólo como ficción el ser perdura». La voz del poeta vuelve a ser la voz rítmica de Homero que resuena en nuestros oídos con todo el eco de los siglos, con toda la sabiduría de la tradición, con toda la rotundidad de lo que no tiene vuelta de hoja: «los dioses urden el miserable / destino de los hombres, que es uno y siempre el mismo / y consiste en morir». Consciente de que el mejor espejo son las historias, las leyendas, los cuentos, Siles rescata o se inventa personajes capaces de sostener los mitos, como Mnamón: «en Creta había, / hubo y hay pero que muchos hombres que saben todo / de todo, pero que -a diferencia de Mnamón- lo saben / para no tener que saber nada de sí». O como Merámides: «la vida está hecha de instantes / como el de Mirámides, el frigio, / en los que los dioses nos revelan, / más que la belleza, el carácter fugaz de su visión». Como Aristón y su escribano: «Entretanto él ha muerto y yo he envejecido / cansado de vivir en la metáfora. / Por eso me pregunto si la muerte lo es». En definitiva, lo que nos va configurando este desfile de personajes es que la identidad es una pura ilusión, tan frágil y cambiante como el mar que se mece mientras lo contemplamos: «¿Ser tú no es ya bastante? / Admite, pues, la infinita / insuficiencia de la realidad. / Tórnate otro / que sea siempre tú. / Tórnate otro / para que el ser no exista». Se lo dice Siles a sí mismo y al lector con el tono hipnóptico y ronco del homérida.

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