Asunción Escribano, Salmos de la lluvia

ASUNCIÓN ESCRIBANO
Salmos de la lluvia
VAso Roto, Madrid, 2018. 62 pág.
«Contemplo la maravilla del esplendor / de este momento, / como un santuario / que contuviera en su custodia / la curación / de todas las heridas de la tierra».
Desde el título, Salmos de la lluvia tiene algo de oración pagana de agradecimiento por la belleza que ofrece a los ojos y a los sentidos la naturaleza. Este libro de Asunción Escribano parece un solo poema dividido en fragmentos autónomos, que miran siempre hacia un paisaje que está ocurriendo fuera y a la vez dentro de la observadora: «Vivo en un lugar donde las aves / conversan ebrias / con el viento». A menudo, después de pasearse por las tierras que persiguen el horizonte, la mirada termina deteniéndose en las alturas: «Pitonisa feliz de la costumbre / mi oráculo de Delfos es el cielo». Porque el cielo no es un escenario monótono; en su aparente quietud están ocurriendo, o más bien transcurriendo,  constantemente cosas: «Un avión divide / en dos el cielo / con la cremallera blanca / de su rastro». O también: «vuelan bandadas de aves / hacia el sur, / tú debes seguirlas con los ojos / -también con la esperanza- / porque ellas traerán de nuevo / las fuentes / atadas a sus alas». Hay una omnipresencia de la luz, que es el hilo conductor de los matices: «la claridad va teniendo / un tono despintado / propio de todos los finales». La vista busca, incansable, razones para maravillarse, pero los demás sentidos no duermen, se afanan en descifrar hasta los matices más recónditos: «Huele la tierra a canela, / a manzanas recientes, / a cántaros antiguos, / a mistral, a humo / y a ceniza, / a tiestos y botijos de la infancia, / a pozos ya vacíos, a lagunas, / a coágulos de lodo…». Uno de los puntos fuertes de este libro de la salmantina Asunción Escribano (1964) es la riqueza con que el lenguaje aviva escenarios que sin él tal vez nos resultarían anodinos. Es cierto que para conseguirlo en ciertos momentos sobreactúe un adjetivo o se deslice una rima involuntaria que enseguida se mezclan y disuelven entre las resonancias clásicas: «Como busca la cierva / corrientes / de agua…. / Así mi vida».

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes expresar tu opinión sobre este artículo