JAVIER LORENZO CANDEL Apártate del sol Siltolá Poesía, Sevilla, 2018, 69 pág. 12 euros. |
«Ya llega la vejez a estas mis cosas, Ya me acompaña siempre».
Aunque quizá pueda parecernos pronto, Javier Lorenzo (Albacete, 1967) siente
que ha llegado a la edad de recapitular y sus versos se debaten entre la nostalgia
de lo que fue y el proceso de despojamiento que nunca ya va a detenerse.
No es
mal momento para reivindicar lo que de verdad importa, «El momento del amor, el
sueño puro, / la madurez, los golpes, el poema, el hallazgo». Cosas simples, como
el sol que Alejandro Magno le tapaba a Diógenes de Sinope cuando fue a
visitarlo. De ahí viene el título, aunque ahí acabe también el parecido, pues los
poemas de Lorenzo se desmarcan de la austeridad de la escuela cínica. Más bien lamentan
las sucesivas pérdidas que nos impone el vivir y terminan identificándose con ellas
(«Y búscate pensando que tu ganancia trae / También lo que perdiste. Y sé los
dos a un tiempo / Para que nada falte»). Al final, como todos los poemarios de Javier
Lorenzo, Apártate del sol es una
búsqueda de la identidad en dilemas morales, a veces camuflados de leyendas y laberintos enigmáticos, como la confidencia que «un joven
ciudadano, sentado en una piedra, / Asegura a otro joven: el polvo que levantan
los caballos / Desaparece con el viento». Pero también hay una novedad con
respecto a poemarios anteriores: la aceptación: «Y yo me ofrezco, / Abro bien
los postigos, / Alzo cerrojos, saco mi cuerpo a ser / La melodía». Una
aceptación no solo simbólica, también experiencial. En el corazón del libro hay
dos poemas que suenan devastadoramente sinceros, el 23 y el 24 (los poemas no
tienen títulos, sino que están numerados y todos sus versos abren con mayúscula).
El 23 empieza diciendo «No hemos tenido hijos…» y nos va entregando su verdad
en un tono borgiano. El 24, «Ahora, sin valentía ya y sin belleza…». De nuevo
Lorenzo anda buscando entre los versos el ser que se le escapa imparable en la
corriente: «No tengo las respuestas. Mientras tanto, / Sé que hay tierras bañadas
por las aguas / Del mar, y el oleaje limpiando las orillas, / Pura fertilidad,
son las palabras».
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