NICANOR PARRA El último apaga la luz Lumen, Barcelona, 2017 |
«Que para qué demonios escribo? / Para que me respeten y me
quieran / Para cumplir con dios y con el diablo / Para dejar constancia de todo.
// Para llorar y reír a la vez / En verdad en verdad / No sé para qué demonios
escribo: / Supongamos que escribo por envidia».
Fallecido el pasado mes de
enero, a los 103 años, Nicanor Parra está considerado como uno de los poetas más
influyentes de América Latina. Inventó el antipoema, que es un poema coloquial
y directo, que mezcla la espontaneidad de la escritura automática y la
sabiduría de la tradición folclórica, buscando sorprender y arrancar una
sonrisa irónica. En un primero momento quiso diferenciarse de la poesía que
estaban escribiendo en Chile Neruda, Huidobro y los surrealistas. Más tarde, se
le apareció el término de antipoesía, lo adoptó y lo paseó como estandarte por
buena parte del Planeta, granjeándose amigos y elogios, sobre todo en el mundo
anglosajón. Es verdad que en sus últimos años obtuvo numerosos reconocimientos
en su país, además del premio Cervantes 2011, que ya no pudo acercarse a
recibir por su avanzada edad. El antólogo Matías Rivas ha preparado una extensa
selección de la obra en verso de Parra para Lumen, que la envuelve
primorosamente. Rivas aclara en la nota final que «Parra no ha dejado de
experimentar desde que empezó a escribir», y aunque se entiende que ha tenido
que prescindir de una parte de su producción, el libro abarca 460 páginas en las
que hay casi de todo, desde fragmentos de Hamlet y de El Rey Lear versionados,
hasta discursos, coplas, crítica social, voces impostadas y arte conceptual
como «Los 4 sonetos del Apocalipsis» compuestos con cruces en vez de con letras.
Aunque estrictamente estas no lo sean, como suele ocurrir con las obras
completas, los investigadores podrán usarlas para ahondar, los incondicionales disfrutarán
enormemente y los degustadores de emociones líricas tendrán que bucear en medio
de la hojarasca. Poemas como «Hay un día feliz», «Padre nuestro» o el
legendario «Defensa de Violeta Parra», dedicado a su hermana, tal vez sirvan
para compensarles.
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