Andrés García Cerdán: Equipos de respiración subacuática

ANDRÉS GARCÍA CERDÁN
Equipos de respiración subacuática
Algaida, Sevilla, 2023

«La palabra que dices vuelve a ti / bendecida de mundo».

Andrés García Cerdán (Fuenteálamo, 1972) viaja a tal velocidad con sus poemas que a veces cuesta trabajo seguirle. El año pasado dio a la imprenta Grunge, una recopilación de sus poemas sobre música (capitanea un grupo de rock). Aparte publicó el poemario Químicamente puro, premio Francisco Brines. Este año ha sacado un libro de ensayo y este nuevo poemario galardonado con el Kutxa. Por lógica inercia, Equipos de respiración subacuática guarda mucha relación con Químicamente puro. Hasta podría decirse que son libros gemelos. En ambos empieza dirigiéndose a un interlocutor. En aquel, ponía palabras, una detrás de otra, «para que encuentres dentro / del fuego / el fuego». En este, ofrece a sus interlocutores otro elemento: «lo que voy a deciros / ―aunque no sepa cómo aún― / es aire». Cerdán habla con fuerza de los elementos porque los elementos son fuertes y hay que hablarles fuerte: el aire, las estatuas antiguas desenterradas, la fuerza telúrica, la leña, las piedras: «Estos riscos desnudos son los huesos de Dios. / […] Si les pones la mano encima, / alguien te escucha desde antes». Cerdán viaja mucho por la naturaleza y ve ballenas que destilan su esqueleto sobre el fango y una lenta procesión de dunas, pero sobre todo viaja por las ciudades sobre las que ha leído, y allí por donde pasa desata el torbellino de su poesía. Escribe sobre los restos de sus lecturas, añade sus propios versos al palimpsesto de la literatura, lo mezcla y lo recoge bendecido de mundo. Dice: «No soy Ulises, ya lo sabes. Me llamo Andrés como mi abuelo» y al mismo tiempo dice que «la memoria no es más que una metáfora» y que «el amor es el resto de un portazo». En «Antigone Canadensis» convierte el poema en un ave: «este poema es una grulla canadiense / que vuela al norte. / El amor lo empuja / a las Grandes Praderas del lenguaje». En Químicamente puro dejó escrito que «nadie llora en endecasílabos perfectos» y fantaseó con «dejar que el disco duro, / los cambios de tarjeta, / de móvil, la desaparición / de algunos servidores de correos / se ocupen de tu olvido».

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