Rubén Martín Díaz: Lírica industrial

RUBÉN MARTÍN DÍAZ
Lírica industrial
Rialp, Madrid, 2023
«El ruido de las máquinas / no deja oír la luz ni contemplar / el silencio del bosque; / todo lo que no está, pero es presencia / en la escucha intuitiva del poeta».

Rubén Martín Díaz (Albacete, 1980) se ha mostrado hasta la fecha un poeta de la naturaleza. En sus seis poemarios anteriores, ha cantado sobre todo al paisaje, a las montañas, a los árboles, a los pájaros. De pronto en esta entrega, Lírica industrial, se topa desde el título con un obstáculo imponente. Parte de su trabajo, como técnico de mantenimiento en una fábrica, a menudo en el turno de noche. Es el nuevo ámbito contra que se debate. Su instinto lucha contra el rugido demoledor de los motores: «Pensé que en el repique de la lluvia / contra el suelo de asfalto, / también contra el tejado de las fábricas, / lo vivo festejaba su existencia: / el triunfo material de lo absoluto / sobre el marco impostado de los hombres». Los poemas le procuran pequeñas escapadas, asomos sobre la superficie del ruido para aspirar una bocanada de aire. A veces, la contundencia industrial desata el síndrome de Estocolmo y casi establece una relación afectiva con los compresores y los rodillos: «Me paro, centro toda mi atencíón / en contemplar las bestias; / las oigo aullar a pleno rendimiento, / feliz por la emoción que me provoca / respirar, estar vivo». Con más frecuencia el poeta se preocupa, embutido en la escafandra protectora, testigo de accidentes laborales, cercado por la venenosa química. Por contraste, el alivio es muy estimulante, sobreviene al salir, casi siempre a la noche solitaria, sintiéndose furtivo: «cuando llegas a casa, / le robas a la noche este poema / como un ladrón de sombras / a las puertas del sueño». Poco a poco la familia y la naturaleza lo abrazan a la vez: «es tan pequeña que parece el nido / de un pájaro abrumado por la noche». Este poema, «Al final del turno de noche», y otro titulado «Vacaciones» son dos momentos luminosos de un libro que termina impregnándonos también de la barahúnda de los motores y del olor del aceite, y que ha recibido el premio Alegría 2023.

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