Jesús Munárriz, Escaramujos

JESÚS MUNÁRRIZ
Escaramujos
Pre-textos, Valencia, 2019
«Mota de polvo / en un rayo de sol; / así me siento».
Jesús Munárriz (San Sebastián, 1940) lleva más de medio siglo consagrado a la escritura, la traducción y la edición. En este último ámbito, con Hiperión, editorial que desde su fundación en 1975 ha sido una de las referencias de la poesía española, con atención aparte a las traducciones y una mirada siempre en la literatura oriental. Munárriz escritor no le ha vuelto la cara a ninguna de las modas que sobrevuelan el panorama actual. Dio a la imprenta una recopilación de aforismos ajenos sobre poesía y esta es su segunda colección de haikus, que ha titulado Escaramujos, el otro nombre de los rosales silvestres. Con ella ha querido rendir su particular homenaje a la tradición y para ello la ha dividido en cuatro apartados, cada uno dedicado a una de las estaciones del año. Esta partición es canónica, ya que uno de los rasgos distintivos del haiku es que contenga una palabra (kigo) que remita a una de las estaciones. Sin embargo, se ha dejado una puerta abierta a la libertad, un quinto apartado, digamos fuera de estación. El Munárriz jaijín demuestra una gran agudeza en la caza de momentos especiales, que es una de las claves del género, y en saberlos contar: «Marcando el paso / pasea la cigüeña / por el sembrado». Si algún matiz caracteriza al donostiarra es su capacidad de niño para sorprenderse y sorprendernos: «Una libélula / ¡Y parece que vibra / toda la alberca!». Más aún, su toque de picardía, que no llega a cuajar en malicia: «Llega el sembrado / hasta la puerta misma / del cementerio». También: «Espantapájaros, / ¿no te habrás hecho amigo / de los gorriones?». Y el carácter práctico de sus observaciones: «Ayer, lloviendo. / Hoy, este sol de otoño. / Mañana, setas». Aunque en el centenar largo de haikus de Escaramujos, hay altibajos, cosa bastante razonable, no deja de sorprendernos su clasicismo. «Salta la rana. / Resuena el viejo estanque / como hace siglos», escribe en homenaje a Matsuo Bashö, que no hubiera desdeñado firmar este senryu: «Tigres parecen / en la siesta de agosto / las putas moscas».

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