Sharon Olds, El salto del ciervo

Foto Marcus Man, Vogue
SHARON OLDS
El salto del ciervo
versión castellana de Joan Margarit y Eduard Lezcano
Ítitur, Tarragona, 2018. 130 pág. 16€
«Y lo sé, lo sé, debo poner / mi matrimonio muerto fuera en el porche / al sol, y dejar que quien pueda venga / y se alimente con él -lo cambie, lo devuelva / a aquello de lo que fue compuesto, / a la fuente de luz que lo hacía brillar».
Joan Margarit defiende que, para emocionarnos, la poesía debe abandonar la zona de confort y moverse en el filo del patetismo, asumiendo el riesgo de caerse. Nadie por tanto más autorizado que él para traducir (con Eduard Lezcano) este libro en el que Sharon Olds repasa el revoltijo de sentimientos que vivió al ser abandonada por el hombre con el que había convivido durante treinta años y con el que había tenido dos hijos. En el prólogo, Margarit confiesa su admiración por la poeta californiana: «Por primera vez, sin rodeos, siento el fin del Romanticismo. Nunca las vanguardias supieron decir la verdad, lo que hacían era buscar “otra” verdad, como si eso fuera posible. (…) Se acabó -y creo que por primera vez va en serio- la identificación entre Belleza y Verdad». No es su único admirador. Olds obtuvo el Pulitzer en 2013 por El salto del ciervo, publicado un año antes. En castellano hemos leído hace poco La célula de oro (Bartleby) y en Buenos Aires Leiderman y Foglia tradujeron algunos poemas del libro. La poesía de Sharon Olds (San Francisco, 1942) crece desde la realidad, desde los puros hechos. No escribe un reportaje, pero podríamos denominar «reportaje de las emociones» a su manera de componer. Los 49 poemas de El salto del ciervo abordan el duelo por su ruptura matrimonial desde 49 perspectivas, como darle la noticia a su madre, describir su última cita o el vino que bebieron, cuya marca da nombre al libro. En una especie de monólogo interior salen a relucir detalles que la acumulación convierte en significativos, y emociones íntimas como la vergüenza ante los amigos: «es como estar desnuda entre gente vestida, o ser / una niña y tener que comportarte / mientras odias las condiciones de tu vida». Además hay piezas, como «ÚItima mirada», «Saberse abandonada» o «Sleekit Crowin» que parten de ideas poéticas poderosas.


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