Ramón Gaya, cartas a sus amigos

RAMÓN GAYA
Cartas a sus amigos
Edición de Isabel Verdejo y Nigel Dennis
Pre-Textos, Valencia, 2016

Las cartas reunidas de Ramón Gaya complementan las obras completas de un artista prolífico y polivalente, que se consideraba a sí mismo «un pintor que escribe».
Nacido en Murcia en 1910, autor de diarios, poemas y críticas, siempre lúcido y a menudo polemista, Gaya cuidó su correspondencia, o buena parte de ella, como una más de sus obras: fue exigente con el lenguaje, administró la cordialidad y trató de controlar la imagen que proyectaba. Llegó a regañar a Salvador Moreno por permitir que otros leyeran una carta suya: «Todo lo mío resulta rarísimo sin la totalidad, y pueden sonar, algunas cosas, atrevidas gratuitamente (…) y no me gustaría que se formasen de mí una imagen estrafalaria». Llevado por su celo, guardaba borradores e incluso a veces reclamó los originales. Según Andrés Trapiello, en el sustancioso prólogo, «aunque estén escritas sin continuidad, a través de las cartas podemos imaginarnos toda su vida, tal como ocurre con un pequeño fractal». La colección que han preparado Isabel Verdejo y Nigel Dennis para Pre-Textos es un verdadero joyero que hará las delicias de los seguidores de Gaya, que no son pocos: fotografías, reproducción de manuscritos, notas aclarativas y una buena cantidad de misivas se aprietan en el volumen como lo harían en un álbum familiar. Su filosofía aflora aquí y allá: «trabajar, trabajar y trabajar. La inspiración no llega así, de pronto y sin sentido, sino como una especie de premio». Los cambios del tamaño de la letra, los saludos y cortesías, las repeticiones propias del género epistolar pueden asumirse como un aderezo necesario. Y como guinda, los editores han añadido una carta de 1966 al amigo apócrifo Martínez Falso, en la que Gaya defiende la tauromaquia con pasión y lirismo: «el torero no torea para nosotros, sino a cambio de nosotros, se sacrifica por nosotros; torea para que nosotros no tengamos que torear la parte de toreo que nos toca ser». Gaya dejó de atender la correspondencia en los años 80 y murió en Valencia en 2005. Como dice Trapiello, estas cartas nos muestran a un creador completísimo y a la vez nos ayudan a comprender el siglo XX y sus calamidades.

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