JOSÉ LUIS PARRA
Hojarasca
Editorial Renacimiento, Sevilla, 2016
Quien no haya leído antes a José Luis Parra (Madrid 1944-Valencia
2012) se sorprenderá al degustar los haikus y tankas que componen Hojarasca. Quien lo haya leído, también.
Parra
emergía desde los sótanos de la vida para
alcanzar la luz, salvarse en ella y dejárnosla encendida a los que tenemos el
privilegio de seguir leyéndolo. Su poesía sigue creciendo en lectores,
sin prisa pero sin pausa, porque el arte es largo y
además no importa. Para los interesados en conocerlo, sus poemarios más
recientes son del año de su muerte: el último exento Inclinándome (Pre-Textos) y la antología Cimas y abismos (Renacimiento). Hojarasca
mantiene los principales rasgos que caracterizan su escritura y su vida,
indisolublemente unidas: «Todo poema / es un ángel. Me expulsa / del paraíso». Pero
están escritos en una clave que le resultaba incómoda: «Más de quinientos /
jaikus he escrito. ¿Nunca / vendrá el primero?». Era un estudioso profundo de
la poesía y sentía que su escritura no se amoldaba a los cánones de esta estrofa
japonesa que, en su versión más exigente, requiere un despojamiento de la
retórica hasta reflejar solo un instante de los sentidos. Las piezas que
contiene esta recopilación constituyen una selección de esos quinientos
intentos de Parra, además de algunos que requirieron el añadido de unos pocos
versos (tankas). Todos están fechados en Valencia entre 1999 y 2000. La verdad
es que echamos de menos una explicación de quién ha preparado la selección, si
Parra la hubiera aprobado, ya que no los publicó en vida, y algún dato
biobibliográfico del poeta. Pero también es verdad que la selección está hecha
con criterio y que merece la pena completar su obra con esta nueva perspectiva.
También que el enorme oficio de Parra y su sentido de la vida le imponían rebelarse
a la mera intervención de los sentidos, lo que no quiere decir que no firmara
haikus inolvidables «Croar de ranas. / No se acaba la infancia / cerca del
río». Por supuesto, el resto también es poesía, y de la mejor: «Voy para viejo.
/ Ya no hay mayor hazaña / que la alegría». O «Por las mañanas /silba el tren,
silba y aleja / lo ya perdido».
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