ANTONIO MANILLA
El lugar en mí
2015, Editorial Reino de Cordelia, Madrid
Antonio Manilla (León, 1967) es un paisajista. Entre pintores parece
pasado de moda. En poesía más. Nos viene de Yeats la tradición de menospreciar
a los poetas descriptivos, que heredaron Pound y Eliot, aunque este último
aceptaba que el paisaje pudiera ser un reflejo de lo que estaba ocurriendo en
el ánimo del poeta, lo que llamó correlato objetivo. Sin embargo también hay
una tradición de grandísimos poetas paisajistas que demostraron que todas las
teorías negadoras pueden contradecirse, incluso en la cuna de los negadores. Es
el caso de Edward Thomas. Manilla pertenece a esta categoría.
En su anterior
libro, Broza, se atrevió a describir
el Big bang como metáfora del amor. En el recientemente aparecido El lugar en mí acepta el reto, ya
clásico, de dar un paseo circular por las cuatro estaciones del año. No alcanza
en todas la misma intensidad. Creo que el libro va creciendo conforme avanza
desde el verano y empieza a tomar altura en el otoño: «Aquel rayo que fuimos /
iluminó un instante / la vida entera». Vemos con él que «el amarillo es un
color en obras» y a veces su ritmo nos lleva de la mano a lo más hondo del
bosque: «En el umbral alumbra / una lumbre prendida para nadie, / ascético
lucero del perdido / y encontrado y perdido mismo amor». El invierno contiene
un puñado de poemas capaces de raptarnos, como Preludio, en el que va construyendo los perfiles con la luz de la
luna o como Presentación, en el que
muestra a un hijo el lugar del que procede la familia mientras el pequeño juega
con la nieve. Aprovecha las nubes para describir los viajes de la imaginación,
en un homenaje a Emily Dickinson, que también lo es al Baudelaire de Le voyage: «Ensueña el sedentario /en
las viajeras nubes / ser nómada algún día, / dejarlo todo atrás / en un momento
/ y no volver la vista». El libro mantiene su altitud en primavera. «La lluvia es
un percance en la ciudad, / un milagro en el campo. / ahora llueve». Muy cerca
del final, en un atardecer, detiene al sol como si fuera un pájaro: «Es un ala
sin aire, un ave detenida / en la mitad del vuelo / por un disparo…» El lugar en mí obtuvo el XVIII premio
Ciudad de Salamanca.
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