Javier Lorenzo Candel: Manual para resistentes. Ed. Valparaíso, Granada, 2014
Javier Lorenzo Candel (Albacete,
1967) concibe sus poemas como viajes en busca de la propia identidad, siempre
cambiante, huidiza, inatrapable. Manual
para resistentes es un paso más en ese camino de prospección interior, que
tiene dos direcciones: la primera, localizarse en el ruidoso presente, y la
segunda, conjurarse a ser, no tanto a cambiar de vida como a seguir viviéndola.
El poema Moriré por los dos, uno de los que yo destacaría, marca el tono de la primera dirección. En sus versos, el autor se reconoce al menos en dos Javier Lorenzo diferentes, y los justifica y los asume con todas las consecuencias. Ya no somos unos críos; el paso del tiempo forma parte de la identidad y decide las renuncias que hay que asumir: “No seremos leyenda”, empieza De senectute. Y Queda la vida añade que “Nunca desde las cimas altas / que he visitado, he sido ni seré / más alto y más esbelto que el resto de los hombres.” Pero junto a estos reconocimientos, en medio de la batalla cotidiana, está la batalla ética, mucho más individual que colectiva, de seguir perfilándose, recreándose hacia el lado correcto. Unas veces tomando conciencia: “conviene que sepamos que el destino no es / de los que duermen dóciles”. Otras, repitiéndose la conducta a seguir, usando el poema como un oráculo: “Sé solo movimiento y obsérvate de cerca, / pues lo que se detiene es ya lo inexistente.” El poemario es uno de los primeros que ve la luz en la nueva editorial Valparaíso, que ha envuelto en sensibilidad y esmero la indagadora elegancia de Javier Lorenzo Candel.
El poema Moriré por los dos, uno de los que yo destacaría, marca el tono de la primera dirección. En sus versos, el autor se reconoce al menos en dos Javier Lorenzo diferentes, y los justifica y los asume con todas las consecuencias. Ya no somos unos críos; el paso del tiempo forma parte de la identidad y decide las renuncias que hay que asumir: “No seremos leyenda”, empieza De senectute. Y Queda la vida añade que “Nunca desde las cimas altas / que he visitado, he sido ni seré / más alto y más esbelto que el resto de los hombres.” Pero junto a estos reconocimientos, en medio de la batalla cotidiana, está la batalla ética, mucho más individual que colectiva, de seguir perfilándose, recreándose hacia el lado correcto. Unas veces tomando conciencia: “conviene que sepamos que el destino no es / de los que duermen dóciles”. Otras, repitiéndose la conducta a seguir, usando el poema como un oráculo: “Sé solo movimiento y obsérvate de cerca, / pues lo que se detiene es ya lo inexistente.” El poemario es uno de los primeros que ve la luz en la nueva editorial Valparaíso, que ha envuelto en sensibilidad y esmero la indagadora elegancia de Javier Lorenzo Candel.
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