Estamos en otoño y el jueves que viene vuelven los poetas a la
Facultad de Humanidades de Albacete, invitados a leer sus poemas dentro del ciclo 5 Poetas
en Otoño, que alcanza su decimotercera edición. Este año abre las jornadas Jon
Juaristi (Bilbao, 1951), un autor polifacético que no deja a nadie indiferente.
Salía yo de Librería Popular con su último libro en las manos, cuando Ángel
Collado se fijó en él y me comentó lo bonitos que son estos libros de la
Colección Palabra de Honor de Visor. Y en efecto lo son. Y selectos. Y es un
acierto que acojan a un autor tan peculiar como Juaristi, que ha recorrido todo
el espectro ideológico para instalarse en una posición conservadora que, por
cierto, le valió los abucheos el otro día como director general de
Universidades de Madrid. Sin embargo, sus desveladores estudios sobre el
problema vasco le han granjeado premios como el Espasa o el Nacional de Ensayo
y lo han convertido en un autor de referencia.
Como poeta es otra cosa. Él mismo ha advertido que, para no
confundirla con una religión o una forma de vida, prefiere considerar la poesía
“un entretenimiento”, que cree que está más cerca de su auténtica condición. Y
bajo esta premisa, sus libros son siempre cajas de sorpresas, rimadas, ripiosas
incluso, sin que al autor se le caigan los anillos al reconocerlo: “Alguien se
indignará porque así llamo / a lo que no es siquiera una cornisa, / pero cuando
una rima se precisa, / hacemos bricolaje los del ramo”. Hay más: sus obras vienen
primorosamente envueltas en parodia y en sorna. Le gusta marcarse retos, imitar
la forma y el tono de autores clásicos para pensar en verso desde sus máscaras,
aunque manteniendo siempre un tono conversacional y el aspecto de un
cascarrabias sabio, un personaje que él mismo empieza a sentir que ha adquirido
vida propia: “Construiste un Personaje, / medio en serio, medio en broma, /
& algo de ello quedará / en tus Versos melancólicos, / pero de lo que
callaste, / ¿qué se hará?”
Su último libro, Renta
antigua, es breve, como han venido siéndolo la mayoría de sus precedentes, tal
vez porque las absorbentes ocupaciones de Juaristi y el engranaje formal de sus
rimas le impiden acumular más piezas en cada entrega. Tampoco da la impresión
de que deseche ninguna, porque junto a poemas estupendos, incluso en el sentido
más estricto de la poesía de la experiencia (No es como lo temías o Noche
de ánimas), figuran otros que se me antojan prescindibles. Tal es el caso de
un soneto titulado Coral de los
talmudistas de Oswicim, un laborioso calambur en el que todos los versos
terminan con la misma palabra. Ya Borges había probado esta suerte y adelantó
la conclusión de que las palabras no riman consigo mismas.
Pero incluir los gatillazos forma parte del juego y posiblemente del
acierto de Jon Juaristi. Con inteligencia accede a una verdad de Perogrullo:
que los resultados dependen de los objetivos que uno se fijó al emprender la obra.
En otras palabras, si Juaristi se hubiera propuesto componer poemas de hondo
calado y de profunda aspiración, con los mimbres que utiliza, correría un
riesgo serio de que el tono y el logro rechinasen. Pero solo se propone jugar,
primero consigo mismo y luego con el lector. Y lo consigue. Aunque el tema sea
trascendente, como la muerte sobre la que gira el largo poema a la manera de
Jorge Manrique. Lo importante es la coherencia del tono. Y no es fácil imitar a
los clásicos en el registro intimista que exige la poesía de nuestro tiempo. La
tentación errónea, el desliz de alguien con menos recursos y menos
inteligencia, hubiera sido alzar la voz para cagarla. Juristi domina como nadie
dos herramientas con las que convierte su juego en un placer: el tono
conversacional y la incorporación de vocablos y giros absolutamente actuales.
El jueves lo tendremos en el Salón de Grados de Humanidades,
presentado por su amigo Paco Mendoza Díaz-Maroto.
JON JUARISTI: Renta Antigua. Ed
Visor, 2012.
(Juaristi leerá sus poemas en la Facultad
de Humanidades de Albacete, el próximo jueves 11 de octubre a las 20 horas,
dentro del ciclo 5 Poetas en Otoño).
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