Este blog reúne las reseñas de libros de poesía que Arturo Tendero ha ido publicando cada semana desde el 9 de enero de 2016. En la última semana de cada mes, aparece un resumen en InfoLibre
Una de mimetismos
A Edgar Villareal Valdez le llaman La Barbie porque tiene los ojos, la tez y el cabello claros como Ken, el novio de la famosa muñeca. A pesar del apelativo, resulta que es uno de los narcotraficantes más sanguinarios de Norteamérica, lo que ya es decir. Curiosamente los servicios de inteligencia mexicanos han tardado 14 meses en echarle el guante porque aseguran que tiene una gran capacidad de mimetismo y que no necesita ni siquiera disfrazarse. Me paso un buen rato preguntándome qué demonios quieren decir con eso del mimetismo. Si sugieren que al insertar un chicarrón rubio con acento estadounidense en un país de morenos hispanoablantes no se nota ni que está, y que se tarda año y pico en identificarlo, mire usted, hace falta tener la vista distraída en otras cosas y además dañada. Que no digo yo que no pueda ser, que todo es posible en este mundo de telerrealidad. A los once espías latentes rusos insertados en la sociedad de Estados Unidos tardaron siete años en pillarlos pero, a diferencia de La Barbie, no habían matado a nadie, que se sepa. De hecho, ni siquiera pasaron de ser latentes ni alcanzaron posiciones preeminentes que les permitieran acceder a resortes del poder o fotocopiar información privilegiada. Eran ciudadanos normales, tirando a sosos, de origen ruso. Algunos llevaban ya veinte años en Estados Unidos. ¿Cómo supieron entonces los de la Cia que eran espías, si aún no habían espiado nada? Ellos sabrán. El caso es que los expulsaron del país. Ahora, una de las espías fracasadas ha posado en posturas sexys para una revista y luego ha publicado las fotos en la competencia antes de que salieran a la luz. Su primer acto delictivo, si es que vender dos veces las mismas fotos es un acto delictivo, y lo cometió fuera de Estados Unidos, en su país de origen, Rusia, donde por lo visto le cuesta más mimetizarse y la pillan. Fascinante esto del mimetismo. El verano ha dado para mucho en este aspecto. A otro espía, este británico, lo encontraron en su piso de Londres metódicamente troceado en el interior de una bolsa de deporte. Scotland Yard se apresuró a anunciar que afronta la investigación del suceso como un asesinato, lo cual nos tranquiliza. Entendemos así que el fallecido no estaba intentando mimetizarse con la bolsa de deporte. Lo primero que han hecho es revelar que era un espía, que es el mayor castigo que se le puede infligir a un espía; de hecho sólo pueden verificarlo con tanta prontitud y seguridad sus propios camaradas. Ellos sabrán por qué. Igual alguien tenía miedo de desayunarse con su foto en Wikileaks, la versión de wikipedia que desenmascara a los espías y a los muñidores de guerras que habían conseguido mimetizarse con la normalidad. Aunque, qué demonios es la normalidad, sino lo que vemos en la tele y en el cine y nos parece ficción: ¿Qué es la película Salt, sino la historia de un grupo de espías rusos latentes introducidos en la sociedad de Estados Unidos desde niños para cargarse hasta al apuntador el día equis? Una idea excelente, mejor que la realidad de esos once rusos que seguían latentes esperando una orden que nunca llegó. Eso que sepamos. Hay que abrir los ojos. Si en México cuesta catorce meses identificar y detener a un rubio con acento en medio de una multitud de morenos hispanos, qué no puede estar sucediendo más cerca de nosotros, aquí mismo, ahora que nos vamos de Feria. Pasó a la historia aquel truco de descubrir a los extraterrestres porque llevaban el dedo meñique rígido, como ocurría en la serie de televisión Los Invasores, de los años sesenta. Medio siglo después, extraterrestres, espías y seres venidos del futuro a hacer turismo en nuestro tiempo se mimetizarán entre nosotros en la Feria con absoluta impunidad, igual que si estuvieran disfrutando. ¿Cómo reconocer a esos impostores? Muy sencillo: lo más probable es que hayan alcanzado su propósito de ocupar los puestos preeminentes. Nadie los desenmascara porque ellos mismos son los encargados de desenmascararse. Se dedican a inaugurar y a pronunciar largos discursos. ¿Qué persona normal hace esas cosas?
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