Participar de la historia



Los verdaderos acontecimientos históricos se detectan con la pregunta: ¿Qué estaba usted haciendo cuando aquello ocurrió? La noche que mataron a John Lennon, la tarde en que Tejero desconchó a tiros el techo del Congreso o el mediodía en que se desmoronaron las torres gemelas. ¿Qué hacía usted la noche tórrida en que España ganó el Mundial de Sudáfrica? ¿Pues qué iba a hacer?: ver el partido, qué remedio, como cualquier patriota que se precie. ¿Vestía usted la camiseta de España, se pintó unas franjas en los carrillos? ¿Con quién se abrazó después de dar un grito, mientras Iniesta se sacaba la camiseta azul a duras penas? Es lo más grande que me ha pasado en la vida, anunciaban ante los micrófonos, no ya los jugadores, que podría entenderse, sino espectadores anónimos encuestados al azar por esas plazas clónicas e hirvientes de la España en fiesta. La periodista sonreía, no repreguntaba: ¿Y qué piensan de esa afirmación sus deudos, las personas que comparten con usted la alegría, la enfermedad y el beso apasionado? Pensarán lo mismo que yo, probablemente. La historia en proceso se detecta, además de por los discursos vacíos que hacen llorar, porque exige de los vivos la presencia, la proximidad que certifique que uno tenía el privilegio de existir cuando el acontecimiento se produjo. ¿Dónde estaba usted? En el estadio, con Manolo el del Bombo. Lo he soñado tantas veces, que es como si hubiera estado, y se lo dedico a mi familia, a mis amigos que no pudieron acompañarme. No se preocupe, para compensarlo, su familia y sus amigos se echaron esa noche a la calle, se abrazaron, bailaron y al día siguiente salieron a ver pasar con lentitud plantígrada a los héroes, acodados en el techo de un autobús. Desde la masa informe de creyentes, les tendieron los brazos, nombraron a su preferido, compartieron lágrimas, calor y cansancio. Las emociones son contagiosas, uno llora y ríe al ver que otros lo hacen. Se siente uno vivo en la epidemia del  instante. Hasta la familia real sintió la necesidad de tocar a los héroes y de abrazarlos, porque tocar al santo es un deporte mucho más antiguo que el fútbol. A San Juan de la Cruz lo trocearon en cuanto se murió para repartirse los pedazos. Ese es el impulso irrefrenable: tocar al santo para participar de su santidad o al menos apropiarse del muñón de su santidad. Estamos deseando bajar a abrazarlos, adelantó la princesa Leticia en la primera entrevista, aún en caliente. Y al día siguiente el propio rey rompió los protocolos y los abrazó también y los sobó, para impregnarse de esa magia que había demostrado poder para sobreponerse a los terroristas holandeses y al árbitro británico que eligen últimamente para pitar las finales porque es alérgico a los penaltis y al fútbol exquisito. Y a pesar de todo, sin poder evitarlo, más que por los triunfadores siento simpatía por los herejes, los antipatriotas que intentaron apagar la tele y desvincularse de la historia que estaba cercándolos. Por ejemplo ese puñado de indomables que se encerraron con Daniel Barenboim en el Palacio de Carlos V en Granada para oficiar la cuarta sinfonía de Bruckner. Qué envidiable voluntad, aunque a la postre resultase inútil. Los traicionó un asistente que oyó por el pinganillo el clímax del partido y no pudo contenerse. Su do de pecho, ajeno a la partitura, coincidió además con un pasaje calmoso de la composición, con lo que todos comulgaron del gol de España, los que intentaban desmarcarse, pero también los despistados y los pesimistas que habían adquirido la entrada sin cotejar la fecha o sin creer que llegara a la final la escuadra de Del Bosque. Un chaparrón de explosiones y de petardos confirmó la noticia a los melómanos que aún albergasen duda, al propio Barenboim, que había tenido que ausentarse en la prórroga para dirigir el concierto. ¿Dónde estaba usted cuando Iniesta engatilló al fin el dichoso balón saltarín y lo metió en la jaula? Estaba esperando que Cesc le diera el pase, porque a mí la imagen me llegaba medio minuto después. Yo llegué tarde a la historia.



                                                                                                                           

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