Este blog reúne las reseñas de libros de poesía que Arturo Tendero ha ido publicando cada semana desde el 9 de enero de 2016. En la última semana de cada mes, aparece un resumen en InfoLibre
Akiko Yosano
En el Japón de finales del siglo XIX, la mujer tenía las mismas libertades que en Occidente. Podía aspirar a a ser objeto de deseo, esposa obediente y madre sumisa. Este era el destino de Akiko Yosano, nacida en 1878 y sometida al estrecho marcaje de su padre, temeroso de que perdiera la virginidad y con ella el honor del apellido. Estudió en un colegio de chicas y tuvo que ayudar en la pastelería familiar llevando las cuentas y envolviendo en hojas de bambú las tabletas azucaradas de alubias rojas por las que se pirraban los golosos de la época. Sin embargo, encontró una puerta abierta y la aprovechó. Cayéndose de cansancio, cuando llegaba la noche y se apagaban las luces, devoraba furtivamente libros a la luz de una pequeña lámpara. Tuvo además un buen maestro. Lo cito porque siempre he pensado que los buenos maestros forman parte del equipo de un gran escritor: se llamaba Osa Sugao.
Con veintitrés años Akiko se soltó el pelo. Literalmente. Publicó un poemario titulado Midaregami (que quiere decir Pelo revuelto). ¿No estaba condenada, por ser mujer, a jugar un papel de objeto? Pues el objeto tomó vida en 139 páginas y 399 poemas de cinco versos (tankas) hasta destilar toda la sensibilidad que una mujer joven, conocedora de su belleza podía dar de sí: “mientras me baño / en el fondo del agua, / igual que un lirio en flor… / ¡qué hermosos, oh, qué hermosos, / mis veinte veranos!” Su audacia y su frescura provocadora revolucionaron la vida literaria en Japón. La bautizaron como la poeta de la pasión, y qué pena que el japonés ande tan lejos del castellano. Ha tenido que pasar un siglo largo para que podamos leerla y disfrutarla. Los artífices del descubrimiento son José María Bermejo y Teresa Herrero, cuya traducción se degusta como si fuera poesía española.
Siempre que leo algo maravilloso, atribuido a un escritor al que no conozco, me pregunto si en realidad es un truco y será obra original en castellano atribuida a un heterónimo. En la adolescencia me lo creí de Tolkien (ignorante de mí). Me ha pasado otras veces y me pasa ahora con este libro de Hiperión: Akiko Yosano, poeta de la pasión. Aunque, sería injusto reducir a un heterónimo a esta heroína. El libro recoge poemas de Pelo revuelto, pero también posteriores, del tiempo en que dejó de ser joven pero siguió viajando y reivindicando los derechos de la mujer. Unida al poeta Tekkan Yosano (que se había divorciado para casarse con ella y del que tomó el apellido) dio a luz a once hijos. Precisamente, su poema más estremecedor, para mi gusto, es Primeros dolores de parto, donde entre otras cosas dice: “Con las primeras contracciones, / hasta el sol palidece, / y el mundo entero, frío, indiferente, / entra en extraña calma… Y estoy sola.”
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes expresar tu opinión sobre este artículo