Ben Clark: Demonios

BEN CLARK    
Demonios
Slopper, Palma de Mallorca, 2023

«Me interesan / de nuestras vidas solamente / los signos lapidarios, / los recuerdos difusos de las noches / que no sabemos bien si sucedieron».

Los demonios a los que se refiere en el título Ben Clark (Ibiza, 1984) tienen más que ver con las travesuras que juega el azar disfrazado de duende que con el mal absoluto, aunque las travesuras de la vida suelen ser terribles: «basta con beber agua muchas horas / mientras hablo con gente a quien no amo. / Y aparecen los rastros en el polvo, / claros como señales de tráfico oxidadas / que me llevan de nuevo frente a vuestro festín». Más que el título, nos pone en situación la fotografía de la cubierta, un niño enmascarado con una expresión inquietante: el propio autor de pequeño. Como es habitual en Clark, sus poemas tienen una estructura narrativa, cuentan una historia. De hecho, de las cinco partes en que ha dividido el libro, la cuarta lleva por título «El Tremor» y reúne fragmentariamente datos e interpretaciones sobre el mayor accidente ferroviario de la historia de España, ocurrido en El Bierzo en 1944. También leemos varias historias de corte social en la parte tercera, una especie de ajuste de cuentas con su conciencia biográfica. El resto del libro está recorrido por dos compulsiones: la de la muerte y la de la escritura («cuando escribo me acerco a las respuestas»). Menciona con frecuencia el propósito de escribir y las mejores piezas surgen cuando ese propósito se rompe por el azar o por una decisión. Ocurre en «Gajes del oficio», el poema más emblemático, donde se disponía a escribir «un gran poema» pero optó por llamar a su hermano y la vida se impuso. Aun así, los poemas más inspirados son aquellos que merodean el tema de la muerte, como «En la tumba de Edward Thomas» («que fácil es vivir junto a los muertos»), o en otra pieza: «porque ellos son presencias, todavía. / Porque la nada duele». El tema de la muerte es el tema del tiempo, que se desliza enredado en el amor, cuando uno tiene la suerte de ser correspondido: «Olvidémonos siempre del ayer; / convirtamos el hoy en un refugio; / jurémonos amor hasta mañana».

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