Luis García Montero: Un año y tres meses

LUIS GARCÍA MONTERO
Un año y tres meses
Tusquets, Barcelona, 2022

«Que todo esté en su sitio / es el mayor desorden que pueda imaginarse».

Llega este nuevo poemario de Luis García Montero (Granada, 1958) apenas un año después de No puedes ser así (Breve historia del mundo). Llega impulsado por las circunstancias, por la necesidad de asimilar la muerte de su pareja Almudena Grandes y de hacer catarsis. La escritura poética ofrece esa función terapéutica a quienes la cultivan. Su amigo Joan Margarit hizo un ejercicio parecido (Joana) cuando murió su hija. El reto es lograr que los resultados estén a la altura de las expectativas que un poeta consagrado genera en cada nueva entrega. Y más aún, que los poemas sigan siendo valiosos cuando haya transcurrido el tiempo y el contexto ya no pese tanto en la aproximación de los lectores. García Montero había adoptado en sus libros más recientes (el mencionado, pero también A puerta cerrada -2017-) una búsqueda hacia la protesta social, un camino difícil porque las ideas dificultan la transmisión de las emociones, que constituyen el contenido natural de la poesía. «Cuando llegues a mí / no estará el corazón. / Estaré yo para pensarlo todo», había llegado a escribir. El actual director del Instituto Cervantes es un poeta lleno de recursos que nunca ha rehuido los retos y que en este caso ha querido compartir con el mundo su proceso de duelo. Sabedor de que las circunstancias desencadenantes han sido mediáticas y elocuentes, se ha decantado por un tono más contenido aún que de costumbre, eludiendo casi siempre el chispazo metafórico al que es muy aficionado. Los poemas son sencillas notas cotidianas, como tomadas a vuelapluma, en las que describe lo que pasa: la fragilidad de ella, los cuidados, la desesperación, que ha de ser furtiva. Para elevar esta realidad, introduce reflexiones líricas. Hay momentos que son desahogos, sin más, y al fondo, con el silencio, le acompañamos: «todo es presentimiento de lo que no sucede, / pero está ahí, doméstico y sincero / lo mismo que un ladrido sigiloso / que no parece un grito. / Es una convivencia con la tierra / y con las habitaciones de la casa».

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