María Ángeles Pérez López: Incendio mineral

MARÍA ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ
Incendio mineral
Vaso Roto, Madrid, 2021

«...Y tu amor radical a esta extrañeza que llamaron vivir, estar viviendo».

Los últimos tres libros de María Ángeles Pérez López (Valladolid, 1967) abordan la escritura desde tres perspectivas diferentes: el poema convencional, el haiku y ahora la prosa poética, en este Incendio mineral del que hablamos. Como profesora de universidad que es (en Salamanca) y, quizá por inclinación profesional, a Pérez López le gusta mezclar versos ajenos en sus poemas. En esta ocasión cita a los autores «con» los que ha escrito estos textos y añade alguna aclaración en las explicaciones finales, aunque la mayoría de las citas quedan inmersas y confundidas en el discurrir de la prosa. Reina una seguridad hipnótica en el conjunto, propia del automatismo surrealista, aunque mantiene muy a la vista sus preocupaciones predominantes, sobre todo la de la identidad. «¿Y ahora? ¿Quién crees que eres yo?», pregunta en el primero de los poemas, con la voz de María Ángeles Maeso. Y más adelante, ella misma vuelve a preguntarse: «¿Y si eres nadie? // Miras dentro de ti y sólo hay un inmenso páramo donde nada se oye. Ni siquiera la respiración agitada en el incendio que fuiste. ¿A dónde irás cargando tu vacío?». Pérez López no trata de dar respuestas, sino de buscar en la corriente de las palabras, que van tomando carne en quien las pronuncia: «entonces recuerdo de golpe que yo también he crecido con palabras que otros lamieron y han masticado hasta la extenuación». Ahonda en la etimología de sus apellidos, Pérez y López, persiguiendo el origen de su propia materia: la piedra de Pérez, la loba de López: «Cuando llega la noche y tengo miedo, reconozco en mi nuca la correa con la que estoy atada al apellido. Pero en la sombra suenan mis hermanas. Su aullido me permite levantarme de mi propia estatura, de la legislación de lo real». Esa carnalidad se manifiesta en un amor de besos y mordiscos, «porque morder es unirse a aquello que ingresa en nuestra boca», y se manifiesta en una reivindicación de lo ecológico que hermana la lucha social con el bullir de las hormigas y las avispas, el «zumbido de lo real».