Verónica Aranda: Humo de té

VERÓNICA ARANDA
Humo de té
Diputación de Soria, Soria, 2021

«En azoteas altas / era la desnudez / un mediodía alegre».

A pesar de la juventud de Verónica Aranda (Madrid, 1982), Humo de té es su decimocuarto libro, lo que demuestra que escribe mucho y que vive mucho para lo que escribe. Al fin y al cabo sus poemas suelen ser breves, sensuales, sugerentes, marcados por una luz intensa y por un toque exótico, que en este, su más reciente libro, recoge a la vez aroma del té y fascinación del paisaje marino: «Y frente al mar, / la hipnosis». El esquema más habitual que sigue es partir de una anécdota, que suele proporcionar la luz reinante, y en la segunda estrofa liberar las sugerencias, los símbolos: «¿En qué trigal se esconde / el mapa de un fortín que ya no existe, / el pliego de cordel, / el cofre que al abrirlo / huele a ámbar?». Evocaciones de presencias pasadas, que de algún modo siguen vivas en el ámbito de una sala o de un paisaje, y que la sensibilidad y las palabras recogen como telas que se empapan con el rocío del amanecer: «Alguien en el envés / de un almanaque antiguo, / leerá la nota de un suicida». El presente está compuesto de lo visible, pero también de lo invisible: «Busca la ausencia fértil / tras el primer granizo». Cuanta mayor es la amplitud de la mirada, mayor es el espacio intermedio y más crecen las posibilidades de captar esa vibración, que puede ser también un sonido, como el rumor de un río: «el discurrir del agua / no arrastra limoneros / ni barcas de bambú». Porque Aranda no descarta ninguno de los sentidos para alcanzar lo sutil, que pueden ser unas miradas cómplices allá a lo lejos: «Miro a las barqueras a los ojos. / Una aldea flotante del Mekong. / Amores a distancia». Y entre los sentidos, a la manera del haiku, del que es buena practicante, Verónica Aranda, prioriza la vista, pero también el tacto, que acoge las caricias del sol y del agua: «Nadas, te reconcilias / con el trigo, el hinojo, / los barcos de recreo, / el deseo pegado al paladar / y las heridas de un héroe / que sacan en volandas». Como la misma Aranda aclara, «la distancia / también es reescritura».

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