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DIONISIA GARCÍA Mientras dure la luz Renacimiento, Sevilla, 2021 |
«Cuánto amor en la casa / de los
días ya idos».
Dionisia García (Fuente Álamo, 1931) ahonda en los senderos que
fue abriendo en sus últimos poemarios:
Regresos (2017) y
La apuesta
(2016). Cada vez más en estas colecciones de poemas Dionisia está haciendo
balance, recobrando escenas de la memoria, que nunca son las mismas y tampoco
se recuerdan igual, porque las edades van diluyéndose bajo capas de niebla, el
material con que se tejen las leyendas: «Todo llega confuso en el fluir del
tiempo. / No los brazos alzados de mi padre, / con besos repetidos». Las tardes
gozosas en el calor del verano, los baños en el agua sigilosa o la libertad del
campo, que «fue su primer país», emergen mezcladas con sonidos y olores que se han
ido convirtiendo en símbolos de su poesía, como las campanas, que «insisten, /
llaman y son dolientes» o los árboles que representan las raíces familiares de
esta escritora afincada en Murcia. El título del libro también conecta con esos
libros anteriores de los que hablábamos, libros que hace tiempo que nombran la
luz del atardecer y se quedan mirándola para apurarla con toda la nostalgia y
al mismo tiempo con toda la pasión de sentirse viva en el presente, en un carpe
diem que se aferra a cada segundo como a un regalo precioso: «No añora cuanto
fue, sino fundirlo / con este bien de ahora, que algo bulle / en nuestro pobre
cuerpo maltratado». Una idea que profundiza en otro momento del libro: «no
desprecio este bien porque es la vida / con todos sus tesoros e infortunios».
La luz, que está durando venturosamente, incluye por supuesto altibajos que Dionisia
consigna minuciosa en sus versos. Desde el amanecer que afronta «sin pasión con
el alma cansada» a la tarde en que se riñe a sí misma por haberse quedado en
casa sin salir: «Qué hago aquí perdiéndome la vida, / el rosado color de una
luz que se apaga». Hay también en el balance, experiencia, que es un tipo de
sabiduría que no resuelve nada, que podríamos llamar aceptación: «Qué sabemos
al fin...», resume, y enseguida concluye: «el sueño de otra época / dice que no
hay victorias».
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