MANUEL RICO Cuaderno de historia Pre-textos, Valencia, 2021 |
«En sus añosos árboles / -una higuera y dos olmos que venían / del tiempo de la guerra- / el futuro temblaba como mis once años». Cuaderno de historia es el cuaderno de mano en el que Manuel Rico (Madrid, 1952) ha intentado detener el tiempo, la vida que se le escapaba en vivir. Y si no podía pararla, al menos ha intentado contenerla o medirla. De este modo averiguamos que el reloj camina más despacio «en el orden silencioso» del campo que en «el desorden de la vida». En los barrios periféricos, «en las bibliotecas de barrio / de las mañanas jubilares», en «las amanecidas / de todas las ciudades laborables». Seguro que en esos sitios el tiempo no se para, pero al menos tiene uno la sensación de que está viviéndolo, encarnándolo, y le queda el consuelo de dar fe. Por eso, a menudo Manuel Rico se asoma a estos espacios en su cuaderno poético. También da fe del nido que se les ha vaciado de hijos pero aún palpita en la añoranza que dejaron, como palpita en estas páginas el último viaje que hicieron juntos, antes de que la vida los llamara a empresas propias. Ese viaje «dejó su inclemencia y su lluvia / en mi viejo cuaderno. / Hoy pervive en sus hojas / e, incansable, respira como eterno presente». Otra referencia discreta, irremediable, es el gato: «fue la sombra acostumbrada y el silencio / de la tarde y la lluvia. Fue / la negra certidumbre orillada en la colcha / y la muda alegría sigilosa y alerta». Además Rico mide el tiempo a partir de las vidas de sus ídolos, los poetas y los músicos, cuyas ciudades visita ya sin ellos: «dioses que cumplen años / y aunque intocables, envejecen, se cansan / y a veces mueren de un modo natural, / muy poco heroico». Pero donde el tiempo se le encrespa en las manos a Rico y pone a vibrar su identidad, es cuando se asoma embozado a los espejos y se ve turbio de niebla. Y más aún si se compara con su padre. «Vivo en mi padre» es uno de los poemas capitales del libro. Dicen sus versos, entre otras cosas: «soy yo, seguro, mas mi padre, envejecido y solo, / a una idéntica edad, / me mira extraño y me recuerda / lo poco de vida que me queda».
Gracias, Arturo. Magistral otra vez. Enhorabuena.
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