Itziar Mínguez, Lo que pudo haber sido

ITZIAR MÍNGUEZ
Lo que pudo haber sido
Huerga & Fierro, Madrid, 2019
«Lo que pudo haber sido / es a tu piel lo que la escarcha / al pétalo de una flor / una refrescante y caprichosa gota de rocío / que se posa sobre tu recuerdo / sin peso suficiente como para quebrarlo».
Por su fecundidad, cualquiera diría que Itziar Mínguez (Baracaldo, 1972) trabaja en sus guiones para la televisión vasca con una hoja al lado en la que va desahogando los versos que le brotan para no olvidarlos. Su poesía hasta ahora se ha movido en el límite entre la realidad y el juego, entre lo posible y lo probable, entre la vida y los anuncios. De pronto, en este libro, la verdadera vida, la que iba en serio, ha ido imponiéndose y los versos se le empiezan a poner de largo y a desperezarse. El título apunta a que acumulamos las experiencias que nos ocurrieron, pero también los anhelos que se quedaron en el tintero de la vida: «las nubes cambian / los sueños permanecen». Lo que hace Mínguez, con su voz en segunda persona, es hacer de la necesidad virtud: «no hay mejor manera de garantizar el futuro / que rentabilizar los fracasos». Al fin y al cabo «eres / la suma / de lo que no puedes tirar». Como pasaba antes, pero ahora con más razón, la escritura es su mecanismo de defensa frente al estropicio de la vida, contra la certeza de que lo que vendrá no va a ser mejor precisamente: «ahora escribes / a lo que el tiempo te arrebatará seguro / escribes con el único fin / de anticiparte a las pérdidas que te aguardan». Deja claro Mínguez que la escritura ha ido moldeando su manera de ser: «y así / dejando para mañana / lo que tenía que hacer hoy / he ido haciendo cosas / que no estaban en mis planes // por eso soy poeta». Y sin embargo, paradójicamente, prefiere perder de vista ese pasado del que ha ido dejando constancia en la escritura: «nunca releas tus diarios / ni las cartas que te enviaron / ni los mails que recibiste // es como asistir a tu propio funeral / y comprobar que no ha acudido nadie». La verdadera vida ocurre fuera y es verdad: «llueve con furia contra los cristales / la noche se cierne sobre los deseos / extinguiendo su fuego con las sombras».

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