Juan Manuel Macías, Emisarios

JUAN MANUEL MACÍAS
Emisarios
 Pre-Textos, Valencia, 2019
«Y nos cogemos las manos (las tuyas, las mías, las de todos) / como un sostén final, un gesto de cobijo) o un simple deseo de ternura, / y verticales y tristes, muy tristes, nos dejamos caer / allá donde la noche nos convoca (…) / (porque sabemos / que un cuerpo no es sino continuación de otro)».
Juan Manuel Macías (Cartagena, 1970) viene de traducir íntegras por vez primera las Elegías y sátiras de Kostas Karyotakis (1896-1928) y en algunos momentos parece teñido por la sombra de aquel notable poeta de Trípoli que sin embargo era muy triste; afirmaba que la muerte será «cuanto la vida nos traiga» y que «para nosotros cada dicha es un país lejano». Karyotakis se pegó un tiro en el corazón. Macías el poeta nos lleva a ese punto de soledad en el que uno está rodeado de estrellas o de gente pasándoselo bien, menos tú que te has separado a pensar: «y te sientes intempestivo y solo en el mejor momento de la fiesta. Porque adivinas que el verano es su propia fuga». Sin embargo en su poesía «hay un muerto que recomienza siempre», está presto a partir de nuevo el tren exquisito con el que «emprender de nuevo / el viaje, inacabado siempre, de los cuerpos». El personaje de los poemas de Macías está muchas veces roto, pero no se deja caer, sigue, recoge «teselas, cristales nuestros, trizas de una pobre vasija, / no sabemos recomponerlas, pero las juntamos, las llevamos a cuestas, / igual que el náufrago recoge los vestigios de la playa». Y encuentra consuelo en detalles, en «el perro que ladra / afuera en la noche / como en cualquier noche del mundo», en contemplar las estrellas: «las unimos como intentamos unir las palabras / de nuestra lengua materna: las siempre primeras palabras que una vez / escuchamos y que aún palpitan en su genética oscuridad». Porque somos sobre todo eslabones «y las miramos, sí, con esta cadena que nos une a los ancestros / y que llamamos, a veces, soledad. / Pues contemplarlas es compartir, y no saber con quién, el abandono / de nuestro viaje». Macías estira el lenguaje y la esperanza en busca de los puntos suspensivos que dejan los pájaros al irse.

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