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TAN TAIGI Gato sin dueño Selección, traducción, introducción y notas de Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala Satori, Gijón, 2017 |
Se imponen los géneros breves, como el aforismo o el microrrelato. Al mismo
tiempo, o con ellos, el haiku ha entrado con la fuerza de un tsunami en la poesía
occidental. A sus practicantes les gusta mantener la conexión con el espíritu japonés
que está en el origen del género.
Hay un hilo conductor que viene de Matsuo
Basho y que sigue con Buson y Shiki. Pero también hay una constelación de
nombres intermedios que han ayudado a fijarlo, a tensarlo, a multiplicar sus
posibilidades. La editorial gijonense Satori está trabajando con esmero en la divulgación
del haiku oriental y sus pioneros. La dedicada a Tan Taigi es la décima entrega
de la colección Maestros del haiku. El
libro lo ha cuidado Fernando Rodríguez-Izquierdo (Sevilla, 1937), graduado en
Lengua y Cultura Japonesas, profesor muchos años de la Universidad de Sevilla y
verdadera referencia en la expansión del haiku en castellano. La colección nos
propone hasta cuatro miradas distintas sobre cada poema: el original japonés,
la transcripción de sus sonidos con el sistema Hepburn (que asimila las
consonantes al inglés y las vocales al castellano), la traducción (lo más
habitual), una explicación que nos aporta el traductor y la traducción literal
de algunos términos. Toda esta información ayuda a paladear cada pieza que, en
otras circunstancias, funcionaria solo como sugeridora de emociones, lo que
tampoco está mal, claro. Tan Taigi (1709-1771), monje budista zen como Basho, y
alumno de Takarai Kikaku (que fue a su vez alumno directo de Basho), mantiene la
esencia del género: «Acá y allá / se asoman las estrellas / en noche fría». No
obstante aporta su propia sensibilidad y no duda en poner el aspecto humano en
el centro del interés: «Luciérnaga en vuelo. / “¡Mira! –quise decir; / pero
estoy solo-». Vivió en Nagasaki, en un lupanar, dedicado a dar clases,
observando el templo a medida que por él pasaban los gatos sin dueño, los
amantes, las noches y las estaciones: «Iba a barrerlas / y acabé no barriéndolas:
/ las hojas secas». Más pendiente de sentir que de aferrarse a las certezas: «Un
dulce aroma / -de qué flor, ¿Quién lo sabe?- / en el bosque estival».
Precioso, Arturo. Te lo copio para el blog de la AGHA.
ResponderEliminarUn abrazo, Toñi
Gracias por acercarnos este libro, precioso y muy bien elaborado por Rodríguez-Izquierdo. Contiene haikus magníficos. Hay que celebrar que existan editoriales como esta, dedicadas a divulgar el haiku. Besos,
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