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JULIEN VOCANCE Cien visiones de guerra Traducción de Susana Benet Renacimiento, Sevilla, 2017 |
Las guerras parecen poco inspiradoras cuando uno está en una trinchera, con
barro hasta los ojos, tratando de sobrevivir. Y sin embargo el francés Joseph
Seguin (1878-1954) escribió cien pequeños poemas sobre su experiencia en la I
Guerra Mundial.
En vez de una crónica periodística, escogió una estructura de
tres versos cortos. Sin duda porque en los círculos literarios franceses venía
de conocer el haiku, la estrofa japonesa que Couchoud acababa de introducir. Aunque
Seguin se limitó a imitar la forma. Tardaron más en llegar a Europa los otros
preceptos del haiku tradicional, como que hable de la naturaleza, del paso de
las estaciones, de pequeños sucesos cotidianos, eludiendo incluir la persona
que lo escribe si no es como mero observador. Bastante tenía Seguin con
condensar su traumática experiencia como para esmerarse en otras sutilezas.
Susana Benet, una de las mejores haijinas
españolas y autora de la traducción, ya nos advierte en el prólogo: «si bien
estos poemas breves no pueden considerarse haikus al estilo japonés (…),
también es cierto que poseen la sencillez, la espontaneidad y el asombro del
auténtico haiku». Y habría que añadir que unos pocos se acercan mucho a serlo:
«De madrugada / sorben ávidamente / la sopa fría». Cien visiones de guerra, con otra colección que escribió después,
proponen al lector una experiencia intensa. Acumulan imágenes, que ensambladas,
muestran un documental de la barbarie: «En las vértebras / del caballo mal
enterrado / mi pie hace: chof»; o «Perros lejanos aúllan a la muerte… / Se
acercan…/ Pasan de largo…»; también «En la franela / sus uñas van picoteando /
a los bichitos». Cierto que otras muchas piezas son más abstractas o citan
emociones que pasan de largo como esos perros. Pero la literatura está para
hacernos sentir y vivir experiencias, muchas veces saltándose los géneros y las
reglas; y eso es lo que consigue Julien Vocance (seudónimo de Seguin) en la voz
de Benet. Aún parece que sigue en la trinchera, con todos los sentidos
abiertos, porque de ellos depende su supervivencia: «Sobre el páramo desolado /
pasos sigilosos… / Mis ojos escudriñan las tinieblas».
Excelente reseña que condensa, como en un haiku, todo aquello sustancial y sobresaliente de este libro testimonial. Este valioso trabajo de traducción de la también excelente haijin Susana Benet nos permite conocer de cerca estas visiones y padecimientos de Vocance en tan terribles circunstancias. Aun así, la poesía está presente con toda su crudeza y desnudez; una manera de redimir en parte esta aberración y barbarie, como toda guerra.
ResponderEliminarMuchas gracias y saludos desde Argentina.
Interesante, desde luego. Y con Susana Benet en la traducción, un valor asegurado.
ResponderEliminarExtraordinaria reseña de un extraordinario libro. Sutil y certera. Felicidades a la autora y a quien reseña.
ResponderEliminarElías
a
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