León Molina: Olor a humo

LEÓN MOLINA
Olor a humo
Isla de Siltolá, Sevilla, 2024

«Algo comparten / el cansancio y la paz. / Miro el crepúsculo
».

En Generación dô: La evolución del haiku-dô, Enrique Linares y Toñi Sánchez han registrado el proceso de aclimatación del haiku japonés al castellano, una revolución que se ha acelerado en el siglo que corre. Influidos por especialistas como Vicente Haya, los practicantes han tendido a ser muy estrictos, más aún en el fondo que en la forma: para que el haiku fuera haiku tenía que contener aware (testimonio) y reflejar el instante, sin ningún tipo de implicación del autor. Como suele ocurrir, y es hasta sano, poco a poco se ha ido aflojando esta exigencia. León Molina Pantiga (San José de las Lajas, Cuba, 1959) ya estaba a caballo entre la poesía convencional y el haiku cuando se aceleró el proceso. Ambos géneros han ido convergiendo poco a poco en su escritura hasta ser uno solo. Porque (como el que abre estas líneas) muchos haikus de Olor a humo no son haikus. Pero, ¿y qué? Encontramos en su apartamiento en la sierra a un poeta que vive atento a lo que le rodea, que son muchas cosas, un poeta que observa y da fe: «La nieve huele / al perfume de mi madre. / Ya no cabe más silencio». Con una paciencia que es más paisajística que humana, Molina pasa mucho tiempo observando a los bichos: «En el mismo rincón donde la zorra / dejó ayer un excremento, / hoy la luciérnaga». Es consciente de que su presencia está cambiando el orden («Hojas caídas. / Ahora son basura / ¿Por qué barrí?») y a la vez, que de algún modo tiene que estar ahí («No esperes mucho, / jardín, de mí. / Me hago viejo»). En la acumulación de pequeñas piezas, encontramos un hilo conductor, unas constantes, que ayudan a entender y compartir mejor la visión de este paisano que vive a mitad de camino entre la civilización y la naturaleza: «Se mezclan en la noche / las voces de la aldea / y el autillo del monte». Mitológico en las fotos, cubano en el instinto, manchego en ciertas expresiones, Molina oculta la literatura que sostiene la trama como los pájaros se le ocultan a él: «Zorzal. / Si no miro está. / Y si miro ya no».

2 comentarios:

  1. "Sin ningún tipo de implicación del autor". No estoy totalmente de acuerdo con este matiz cuando he leído haikus de los autores clásicos, que son los auténticos maestros, donde el autor se implica y menciona sus propias emociones: "Herido estaba / y al subir a una loma / zarzas en flor". (Buson). Es mi forma de ver el haiku que creo que es honesta aunque se aparte de ciertas doctrinas con las que no comulgo. Gracias por traernos los haikus de León, que son de lo más auténtico que conozco. Son experiencias vivas, no imágenes planas e impersonales. Besos

    ResponderEliminar
  2. Tampoco termino de estar de acuerdo con la falta de implicación del autor. El haiku es una relación entre sucesos, cosas y criaturas y a la hora de elegir los distintos elementos que producen el asombro, es el autor con su intuición y sensibilidad el que decide los elementos que va a incluir en el haiku para poder compartir dicha emoción.
    El haiku es un poema de la experiencia al cual se llega por los sentidos. Por eso aunque en ocasiones no parezca estar presente el autor, si que lo está en el sustrato del haiku.
    Un cordial saludo.

    ResponderEliminar

Puedes expresar tu opinión sobre este artículo