Olalla Castro: Todas las veces que el mundo se acabó

OLALLA CASTRO
Todas las veces que el mundo se acabó
Pre-Textos, Valencia, 2022

«Toda muerte contiene / las muertes anteriores, forma / un único cuerpo / que crece cada vez
».

En estos versos iniciales del poema «Matrioshka» Olalla Castro (Granada, 1979) condensa el trasfondo de su libro. Todas las veces que el mundo se acabó nos habla de la muerte desde distintas perspectivas. Empieza con la muerte neblinosa de las leyendas literarias: «Saber que morirás, / y, sin embargo, / acudir puntual a la batalla». Pasa por el proceso de hominización, que es al mismo tiempo un proceso de perversión por el lenguaje: «Erguirse es también alejarse del bosque. / Erguirse es también aprender a mentir». Para Castro, la lengua tiene un enorme poder («es al pronunciarlo / cuando el mundo tirita»), un poder que no sirve para entendernos, sino para enredarnos más: «En el festín, en la oración, en la batalla, / era su lengua la misma algarabía». Nos complica a nosotros y complica el mundo que habitamos. «Solo al callar, a veces, / de rama en rama saltaban los insectos / y la vida era un canto, / un agitar de alas y su eco». El lenguaje no nos sirve ni para lo más elemental; «¿Decir amor?», uno de los poemas capitales del libro, aboga porque hable el cuerpo antes que las palabras: «Amar es expandirse. / ¿Decir amor? / No. / Propagar con las yemas / este lenguaje cimbreante». Se colige que la lengua no nos sirve ni siquiera para la precisión de designar, porque los significados se nos escapan por los bordes, quedan afuera, debajo o atrás. Quizá por eso, «nuestra historia es la historia / del avance del daño». Conforme van quedando claras estas impotencias, a medida que nos adentramos en el libro, los poemas van perdiendo esa distancia neblinosa y acercándose a la vida. A menudo son más breves e intensos. Aunque conserven cierta proporción de enigma, sabemos de qué nos hablan cuando nos hablan por ejemplo del limo «que desde el principio de los tiempos / se repite». El temblor, la inquietud, el miedo, insisten. «El miedo es un canto rodado / que el río arrastra. / Un fondo de verdín / que solo algunas veces sale a flote». El libro obtuvo el II Premio Ciudad de Estepona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes expresar tu opinión sobre este artículo