José Manuel Benítez Ariza: Laberinto

JOSÉ MANUEL BENÍTEZ ARIZA
Laberinto
Renacimiento, Sevilla, 2022
«Este rato de codos en la ventana, agradecido, / mientras cantan los pájaros / como al filo de un pozo / en el que te resistes a caer». El laberinto del que nos habla el título del libro es la Vida "con mayúsculas", en la que no hay otra escapatoria que no sea apurarla hasta el final. A los 60 años, José Manuel Benítez Ariza (Cádiz, 1963) contempla el horizonte desde el lugar en el que muchos otros se han detenido, sin que ni el ser muchos ni el saberlo sirvan de consuelo: «también ellos se hicieron estas mismas preguntas, / también vieron venir lo que vino después / y acaso se creyeron más lúcidos por ello; / como quien, avisado de un peligro, / corre hacia él sin otra salvaguarda / que ese conocimiento a todo efecto inútil». 
Desde esta atalaya del vivir, el poeta va removiendo recuerdos, aliñándolos con ironía para sacudirles el patetismo de la nostalgia: «desde nuestro decoro de hombres viejos, / nuestras vidas ya hechas, nuestro pasado acumulado, / nos parece mentira que todo aquello sucediera». Al menos la indefensión ayuda a que uno valore a sus semejantes con cierta benevolencia mientras busca a qué aferrarse y solo encuentra los mil y un detalles cotidianos. Así le ocurre en el poema inaugural del libro, «Buenos días», donde a la manera de Whitman, desarrolla una jornada entera en versículos que celebran la significancia de lo pequeño. Sí, no hay más solución que recorrer el laberinto fijándose en cada gesto: «un asidero: / el olor del café / en la cocina. // Y cómo ruge, / cuando pisas la calle, / la realidad». 
El contraste entre la luz de los proyectos y la sombra que te espera fuera de ellos es el tema de uno de los poemas más enigmáticos del libro, «Donde esa claridad». Otro es «La Dama», una especie de epitafio, donde Benítez Ariza manifiesta su identificación con la piedra caliza como escenario ideal para la despedida: «si pudiera elegir, / cuando llegue el momento aquí vendría, / me echaría a dormir entre sus brazos, / me volvería piedra caliza yo también». No hay prisa. De momento la vida canta al otro lado de la ventana: «hoy me he propuesto ser feliz, / como esos pájaros».


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes expresar tu opinión sobre este artículo