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MIGUEL MAS Lugares deshabitados Libros del Aire, Cantabria, 2020 |
«Y sea yo testigo accidental / de que por
esta senda luminosa / sin saberlo cruzó una vez la vida». El Miguel Mas de
Lugares deshabitados es el poeta que da fe de la vida, cuando
ocurre allí donde nadie más puede verla, mientras está sucediendo en el puro presente,
aunque el puro presente transcurra mientras se mira una vieja fotografía: «Como
son inseparables el agua / y la corriente limpia que la arrastra, / corren
juntos los días y el olvido».
Así,
como viejas fotografías, el presente y el pasado se funden en una sola
percepción, que deja una huella de palabras que hay que fijar mientras afloran para
que no las borre el mar del transcurrir. Un horizonte, el del mar, muy querido
por este poeta, que al fin y al cabo nació en Valencia en 1955: «cuando
el mar se retira son palabras, / cuando sube la marea, son olvido». Guiado por
esa misión salvadora, Mas nos ofrece una serie de imágenes con vocación de pinturas:
una mujer sentada, otra de negro, algunos amaneceres, algunos cielos, nieblas,
asomos desde un balcón. Mientras las ven los ojos, se están grabando en el alma
para brotar transformadas en palabras. A veces no llegan, simplemente: «las
palabras que no supo decir, / las que algún día pudieran salvarlo, / flotaban
aún a su alrededor / con el brillo de los ángeles muertos».
No busca los momentos luminosos o poblados
en los que la energía del mundo se vuelve contagiosa, sino precisamente los que
se quedan en la orilla de esa luz, lejos del protagonismo. Mas insiste en la
querencia de la trastienda, de lo escondido, de lo desolado: «ojos que
eternamente velan no el alborozo / de las golondrinas cruzando la rada / sino
el silencio nocturno de los embarcaderos / (…) Noche universal, chatarra del
mundo». Hay, en ese afán de buscar lo velado, un extravío propio, en el
presente perpetuo de la mirada, de lo que está ocurriendo extramuros de la
intimidad: «yo soy, sin embargo, el hombre aplazado, / quien no empieza ni
desanda el camino, / el que se oculta en la obviedad de estar / expuesto a
vivir del constante presente».
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