Alejandro Duque Amusco, Escritura de estío

ALEJANDRO DUQUE AMUSCO
Escritura de estío
Papers de Versàlia, Sabadell, 2019
«Los frutos, las muchachas, / el agua… la luz / es de carne. / El tiempo es carne / en la médula del verano».
Alejandro Duque Amusco (Sevilla, 1949) ha reunido en Escritura de estío los poemas breves con influencia oriental que había ido incorporando en sus poemarios anteriores. Entonces, según sus propias palabras, le permitieron crear contraste entre las secciones que componían cada libro. Ahora observa que el camino que recorrió con ellos es unitario y resume el estudio y el aprendizaje desarrollado a lo largo de toda una vida. Duque Amusco es poeta reconocido y traductor de autores tan emblemáticos como Valèry, Kavafis o Keats, amén de especialista en Vicente Aleixandre. El tannka lo descubrió en Carles Riba (lo llama así como tributo al poeta barcelonés) y luego se mudó al haiku cuando observó en Espriu que permitía un desarrollo narrativo. La relación de Duque, poeta sevillano que vive en Barcelona, con los versos breves orientales es la historia de una evolución que no ha parado. La desgrana en el sustancioso Preliminar. La mayoría de los practicantes del haiku en occidente se mantienen leales, casi religiosamente, a la tradición. Duque Amusco en ningún momento se conformó con ella, sino que fue conociendo y adoptando las innovaciones que habían explorado los propios japoneses a partir de los tres versos originales de 5-7-5 sílabas. El verso libre llegó al haiku en la segunda mitad del siglo XIX con Shakira Masaoka y Hekigodo Kawahigashi. Ogiwara Seisensui lo radicalizó aún más ya en el siglo XX liberándolo de la prisión de las diecisiete sílabas, prescindiendo de la palabra estacional y añadiéndole un título. Duque lo probó todo, sin alejarse de la sensualidad que caracteriza su escritura y manteniendo «la relación espiritual que vincula a los seres entre sí y los abraza bajo la bóveda de la existencia», que es a su juicio la verdadera esencia del haiku. Valga una pincelada como ejemplo: «Joven desnuda. / rubor. Cubrías tu desnudez / con risas». Otro haiku, titulado Sufrimiento, dice: «Siempre es la nube / que nos tapa el sol / la que pasa más lenta».

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