José Luis Morante, A punto de ver

JOSÉ LUIS MORANTE
A punto de ver
Polibea, Madrid, 2019
«Siempre que descubro que alguien no lee, pienso en esa gente que no ha visto el mar».
El haiku, el poema japonés de tres versos, lleva ya el tiempo suficiente entre nosotros para que lo reconozcamos aunque proponga variaciones. Una de las renovadoras más exitosas del género en España es la valenciana Susana Benet, que a su vez amadrina con su prólogo el último libro de José Luis Morante (El Bohodón, Ávila, 1956). A punto de ver no es un libro de haikus, o no es solo un libro de haikus. Por un lado, la segunda parte es una colección de aforismos, no menos interesantes que los tercetos que los preceden. De hecho los complementan, los enriquecen desde la profundidad intelectual y cultural de Morante, que mezcla reflexiones con citas inteligentes de Octavio Paz o de Barthes. La última pieza del libro funciona a caballo entre el aforismo y el poema y sirve para dar título al libro: «Altura de miras para bajar los ojos. Ese instante a punto de ver». Algunos estudiosos del haiku tradicional, los que lo vinculan a la filosofía zen del monje Bashó, le exigen unas características que debe cumplir para quedar validado. Morante prescinde abiertamente de dos de ellas: personaliza cada terceto poniéndole un título a la manera de Seisensui o de Tablada y se despreocupa del ki-go, la palabra que vincula el haiku a una estación del año. Lo hace con plena conciencia: «No me parece agotado el concepto de poesía estacional: pero es una cualidad compatible con la adhesión del haiku a las causas del corazón». Y es ahí, precisamente, en el aspecto emocional o psicológico, donde estriba la otra aportación de Morante; de forma sutil, casi invisible, el poeta está, aunque no esté: «Mientras te miro / la tarde no me nombra; / borra mi ser», dice en Observador. «A pie, detrás, / en el lugar tranquilo / que nadie quiere», posa en Segundo plano. El poeta se retrata y nos invita a completar su retrato o lo que está observando en el momento en que el haiku se revela. Y nos resulta fácil hacerlo porque Morante sugiere con la misma inequívoca sencillez con la que el haiku tradicional transmite su evidencia. De todos modos, el lector que busque ejemplos de haikus más fieles a la tradición, también los encontrará palpitantes en A punto de ver. Valga como ejemplo Primavera: «Un estornino / picotea en la nieve. / Abril regresa».

















2 comentarios:

  1. Querido poeta, un fuerte abrazo agradecido por tu reflexión crítica; agradezco de veras tus palabras por dar voz a una estrofa humilde que invita a la belleza, a ese instante celebratorio de quien sale al día "A punto de ver". Entrañables saludos desde Rivas.

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  2. Soy yo el agradecido, José Luis, por haber disfrutado con la lectura. Un abrazo fuerte desde Chinchilla de Montearagón, la caldeada.

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