Corredor-Matheos, El paisaje se hace en el poema

Foto: Pakopí, Diario Hoy de Badajoz
JOSÉ CORREDOR-MATHEOS
El paisaje se hace en el poema (Poemas 1951-2017)
Edición de Jordi Doce
Fundación Ortega Muñoz, Badajoz, 2018
«Todo lo que he logrado / es escribir poemas / que son sólo poemas. / No dan sombra sus árboles, / ni frutos. / En ellos no hay aromas / ni el silencio que anuncia / que el poema se ha escrito».
El poeta José Corredor-Matheos (Alcázar de San Juan, 1929) camina renunciando a las cosas que lo rodean y renunciando a sí mismo en busca de la desaparición, que es en realidad una disolución en lo que ve: «Tú lo contemplas todo, / y sientes que también / está todo mirándote». Por eso tiene tanta coherencia la selección que ha agavillado Jordi Doce, «la casi totalidad» de los poemas que el alcazareño, recriado en Catalunya, «ha dedicado a los motivos complementarios del paisaje y el mundo natural». No se aprecian cambios bruscos en su transcurrir a pesar de que han sido escritos en un lapso de sesenta años, desde el libro Ahora mismo (1953-1960) hasta los tres poemas inéditos, que no vienen fechados, pero que suponemos posteriores a Sin ruido (2008-2013). Solo al final se aclara la procedencia de cada uno de ellos, para satisfacer la posible curiosidad de un lector que ha caminado con el poeta y le ha visto conectar con el paisaje: «Qué paz, esta de ver / cómo cae la nieve, / cómo desaparece / mientras la estás mirando. / Y qué paz, la de ver / cómo desapareces / tú también, / sin dejar de mirarla». A pesar de este fluir, también se aprecia una progresión. La facilidad de sus poemas finales viene precedida de un aprendizaje no exento de resistencia y una débil incomprensión: «Algo habita la lluvia / que no soy yo, mi sed». El cambio definitivo llegó con el libro Carta a Li Po (1969-1975) en el que Corredor-Matheos dio un giro hacia Oriente y se adentró en el zen: «También mi pensamiento / viene y va / -yo le dejo que vaya-, / sin saber hacia dónde: / a donde el viento quiera». Los tres inéditos finales hablan de un golpe de viento, de elevarse con un pájaro y del pintor Guinovart: «Le bastaba una rama / o unas hojas, / un puñado de tierra, / un objeto cualquiera, / y, con delicadeza / que parecía furia, / les daba nueva vida». Igual que Corredor con sus poemas.

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