LOLA MASCARELL Un vaso de agua €Pre-Textos, Valencia, 2018. 68 pág, 13€ |
«Al volver a los sitios / buscamos reencontrarnos /
con aquello que fuimos / cuando éramos otros».
En su tercer libro de poemas,
Lola Mascarell (Valencia, 1979) enfoca su mirada en los objetos que la rodean, afanosa
por captar lo que los objetos absorben de nosotros, lo que salvan de cuanto
somos, mientras vivimos entre ellos. Como en el poema «Paso»: «Voy tratando de
asir alguna cosa, / una rama de árbol, / una breve emoción, algún recuerdo, /
un pájaro, una piedra, una pisada, / una mínima prueba que me deje / saber que
estuve aquí, sólo de paso / y que nada era mío». Hay en este afán un influjo de
su amigo el poeta Antonio Cabrera, a quien dedica el libro, y que también
tiende a congelar el mundo nombrando sus detalles más discretos. A Mascarell le
sirven el vaso de agua que ha fijado en el título, una flor amarilla, una rama que
vuelve a florecer, incluso lo que se evapora con el humo de una gavilla de
rastrojos quemados. Pero esta receptividad perezosa, esta atención serena, necesitan
unas condiciones que se repiten de un poema a otro y que marcan el tono del
poemario. Necesitan calma, apartamiento, silencio. En ellos va decantándose la
mirada: «y esa lista infinita / de cosas que suceden desde siempre / y que
siguen pasando / a pesar de nosotros: / la luz, su sencillez / y el aroma
tierno de un hinojo». Entre los objetos, hay algunos que están especialmente
cargados de emoción, los que se han ido identificando con las personas que nos
precedieron y de algún modo logran que sigan acompañándonos, como si, al
heredarlos, heredáramos también su rutina y parte de su alma. Pasa con esa
silla de la abuela y con su costurero: «Contemplo los objetos que decoran / el
salón de mi casa y repaso sus huellas / e imagino qué cosas / podrán
sobrevivirme y si sabrán / también llorar mi ausencia como llora / tu silla en
la terraza». Ha querido Lola Mascarell que un vaso de agua ejemplifique su
voluntad de rescatar lo sencillo, lo casi desapercibido y sin embargo portador
de la sustancia que somos: el presente, pero también el tiempo que nos precedió
y el que nos sucederá.
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