Félix Arce, Recogido en el agua

FÉLIX ARCE ARAIZ
Recogido en el agua
La isla de Siltolá, Sevilla, 2018. 398 pág. 16€

«¿Cuánto tiempo se necesita para contemplar la lluvia? O para escuchar el sonido del viento entre el bambú. ¿Cuánto tiempo aguardará la araña sobre su seda, suspendida del cielo? ¿O cuánto tiempo necesita una gota de agua para desprenderse de la gota que la sostiene tras la lluvia? ¿Cuánto tiempo para contemplar la nada? ¿Cuánto tiempo para nombrarla?».
Félix Arce Araiz (Momiji) se ha acercado al Japón de los maestros del haiku en busca de la pureza. El resultado es este libro titulado Recogido en el agua, donde agrupa sus hallazgos en torno a títulos como el río, la montaña o el viento. Ha mezclado la prosa con el haiku. Pero se trata de una prosa con sabor a haiku, como la que ensayó el maestro Bashó en Sendas de Oku. Los japoneses llaman haibun a este género. De todos modos, a este lector le parece que, si no hay humanidad involucrada, si no se atisba la persona que hay detrás de los ojos que simplemente observan, lo que nos están contando carece de mordiente. Por fortuna, Félix Arce no siempre logra ausentarse. Confiesa miedo cuando parece a punto de diluirse: «Pienso en los chopos que agita el viento ahí fuera. Se mece mi mente perezosa con ese pensamiento. Y dentro de mí sin embargo nada se mueve ahora. Nada. Me asusta este silencio que no es mío. Esta quietud, la quietud incomprensible y terrible de una golondrina muerta». Confiesa asombro: «Ante mis ojos el mundo se muestra como una revelación, como lo que es. Porque es así. Siempre lo veo por primera vez. Pienso, pienso y siento que ya lo estoy perdiendo…» También a veces muestra frustración: «Un día, tras una noche de lluvia, la araña que vivía en mi ventana desapareció. Pasé tanto tiempo mirándola, allí, sin hacer nada, ella y yo, que creí que siempre estaría allí. Siempre… Cómo me traiciona ese “siempre”. Qué fácilmente adjudico un “siempre” a las cosas que mi corazón sabe que no duran». Una vez más, se acumula tanta observación que es necesario hurgar en la hojarasca para hallar las perlas: «A veces el mundo parece girar más deprisa y son meses los años y los recuerdos lluvia entre la hierba».





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