IRENE SÁNCHEZ CARRÓN Micrografías Visor, Madrid, 201872 pág. 12€ |
«Al fondo, allá en el valle, bajo un árbol de plástico,
/ una mujer hermosa, de mirada enigmática, / ofrece al compañero una manzana
roja / que él se acerca a la fibra de los labios».
La vida es de verdad, pero
muchas veces parece un cuento. Ahí es donde Irene Sánchez Carrón (Navaconcejo,
1967) escribe su poesía: Los escaparates que se iluminan solos cuando cae la
noche, o la reciente inquilina de un piso que recibe la llamada de un
desconocido que le pide permiso para seguir llamándola de vez en cuando. Historias
que pueden ser reales y que tal vez lo sean, porque, como dijo García Márquez,
la realidad siempre supera a la fantasía. Incluso el amor ocurre en ese clima
onírico, fronterizo, de los cuadros de Hooper, donde algo está a punto de pasar.
Suele ocurrir fuera, pero también en casa, como en «Desasosiego»: «Ya no se
oyen las voces ni las risas. // Los niños / han cerrado los ojos / y duermen //
con un libro despierto entre las manos». Lo inquietante no es la escena en sí
misma, sino la certeza de que después la perderemos, de que ese libro seguirá
de verdad despierto, de qué hará Eva después de decirle a Adán «ahí te quedas,
el Edén para ti». O la libertad que se abre ante Penélope porque no está
dispuesta a renunciar a una serie de hábitos que había ido disfrutando durante
la ausencia de Ulises: «Cantad esta versión alguna vez, / Musas esquivas, / que
Ulises regresó / y no tiene sentido / que yo me quede en Ítaca». La vida de los
otros en el punto en que empezamos a perderla, la propia vida asaltada por lo
inevitable porque el suelo está lleno de gravilla y cualquier coche que pase te
quebrará el parabrisas: «Y aunque siempre procuras aminorar la marcha / para
evitar siniestros / a veces / de pronto / sucede / que uno de los impactos /
agrieta sin remedio / tu dura resistencia de cristal». En fin, «siempre se
cuentan cuentos. / Dicen… / mas quién lo sabe». Sánchez Carrón nos salva del
descontrol de la vida con el control de la poesía, incluso en lo que no
controlamos, como el amor: «¿Por qué te amo?» se llama uno de sus poemas más conseguidos.
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