Pilar Blanco Díaz, Vigía de tu paso

PILAR BLANCO DÍAZ
Vigía de tu paso
Chamán, Albacete, 2018, 112 pág. 12€
«Todo es hoy y avanza hacia sí mismo. / No existe explicación para «el dolor de ser / o la muerte que acecha tras el ser, / ni pregunta siquiera / (¿a quién hacerla?)».
Vigía de tu paso es un poemario existencialista que se asoma al borde del precipicio, se interroga sobre la trascendencia del ser y camina con sumo cuidado para no caerse ni dejarnos caer en la tiniebla a los lectores. La autora, Pilar Blanco Díaz, nació en Bembibre, en León, pero vive y trabaja en Alicante. De hecho, hay mucho de la luz y del mar levantino en el abismo desde el que contempla su vida a la vez por dentro y por fuera: «Qué limpio el vuelo del ave en su inconsciencia de tejer aire y ala». Para indicar la ruta, ha recamado el libro con citas inspiradoras de autores como Roberto Juarroz: «La palabra es el resumen del silencio, / del silencio, que es resumen de todo». Con estos mimbres, el existencialismo y el silencio, en forma de cuidado, de elipsis, la poeta va descolgándose como ceñida por una cuerda de montañera: observa y a la vez se observa, como sugiere el rótulo del libro y dejan entrever ciertos versos: «¿Quién, entonces, vigila al que vigila? / ¿Quién calibra el espejo / y encara al que interroga frente a su propio abismo?». Son las palabras que cierran el poema VII, «Estarse sentado viendo caer la lluvia», uno de los más evocadores. El libro está dividido en tres partes y la última de ellas se construye con diálogos ciegos. En ellos se adensa el simbolismo que antes ha servido para atemperar por ejemplo la crítica a la vida urbana y al empobrecimiento al que nos condena: «Esta vida en los túneles, en cavernas sin mito en que explicarse, / conformes con sus soles ficticios de alquitrán, / os ha dejado ciegos / pero no lo sabéis, porque la luz / no deja apenas huellas en la piel. / Porque la luz / del conocer no mancha». Hay precipicio, pero también una llamada a dejarse ir: «No te rebeles: / respiras y ya has sido». O, en otro momento: «Ofréndate, / deja que te pronuncien. / Sé saliva en la boca de todos». Al fin y al cabo, «la eternidad cabe en el solo / instante de decirla».

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