FRANCISCO DÍAZ DE CASTRO Cuestión de tiempo Renacimiento, Sevilla, 2017 |
Hace seis años que Francisco Díaz de Castro (Valencia, 1947) reunió su obra
poética completa en un volumen titulado Material
para nunca, que le prologaba Álvaro Salvador. El último de sus libros
exentos hasta esa fecha era, y sigue siendo, Hasta mañana, mar (2005).
Completaba aquella recopilación un conjunto
de prosas que giraban en torno a su otra gran pasión, la fotografía. Las
titulaba así, Fotografías. A aquellos
poemarios les añade ahora, en este nuevo volumen, Cuestión de tiempo, once piezas inéditas que ha agrupado bajo el
epígrafe de Verano con Duke y otros
poemas. Naturalmente Duke es Duke Ellington. La música, sobre todo el jazz,
ha venido asomando aquí y allá en la escritura de Díaz de Castro, y está
siempre presente en la atmósfera, como sonando en el tocadiscos mientras las
palabras terminan de posarse en el folio o en la pantalla. El primero de los
nuevos textos es una prolongación de Fotografías,
con la misma carga social que caracterizaba a aquellas prosas, afilada con
citas como la de Brecht: «El que no sabe es un imbécil, el que sabe y calla es
un criminal». La mayoría de las piezas restantes se centran de uno u otro modo
en el jazz. Hay un poema breve, «Melancholia» en el que el piano de Ellington
se acompasa con el rumor de un río en el otoño y la música leve de las hojas
muertas: «va soledad adentro, / va lejanía adentro». Esas mismas hojas y ese
mismo otoño que fascinan especialmente a Díaz de Castro, que tenía escrito: «hojas
muertas del bosque para incendiar el bosque». Hay un afán de trasladar la
vivencia de la música a palabras, pero también hay un poema de tres versos, «Retorno»:
«Volvía de la muerte. / No preguntes, me dijo, / y se quedó en lo oscuro». Y un
poema dedicado a la memoria del locutor de jazz Juan Claudio Cifuentes, Cifu, en
«esta noche en que el frío / del aire es una música / o solo un ritmo lento /
de escobillas de blues dentro del
corazón / de un bosque como yo, tan fantasmal / y a la vez tan despierto y tan
esquivo». Además, están, claro, los otros libros de Díaz de Castro, con poemas clásicos
suyos como «Al pairo», «Playa de primavera», «Legado de la muerte» o «Hacia el
olvido».
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