José Luis Gómez Toré: El territorio blanco

JOSÉ LUIS GÓMEZ TORÉ
El territorio blanco
La Isla de Siltolá, Sevilla, 2022

«Para quién tocas, corazón, / tu tambor de ceniza
».

José Luis Gómez Toré (Madrid, 1973) ha publicado estudios sobre Brines, Goethe o María Zambrano, y también varios poemarios y hasta una antología personal, Llamarse nadie. Ahora en Isla de Siltola, donde apareció su libro anterior, publica El territorio blanco. Y tal vez porque aborda líneas muy distintas, lo ha dividido en cuatro partes. La tercera, «Melusina», que el propio autor subtitula «(Novela)», se compone de 13 fragmentos en prosa que aluden a las relaciones entre la infancia y el adulto que la está recordando. También la cuarta parte consta de siete prosas breves que en este caso trazan variaciones a partir de una cita de Wallace Stevens: «lo imperfecto es nuestro paraíso». Muy diferentes son las dos primeras partes, ambas escritas en versos aéreos que respiran sencillez. En concreto los poemas que abren el libro bajo el epígrafe de «El cuarto de Van Gogh» son notas tomadas contemplando el crecimiento de un hijo en sus distintas etapas: «El niño prueba el mundo con la boca» dice en el poema «Con la boca», que al final remata así: «Tan nueva, tan antigua su hambre. // Leche, lengua materna». Estos 9 poemas iniciales tienen la virtud de volar a partir de lo elemental. A veces remiten al Mortal y rosa de Francisco Umbral, sobre todo «The Child y father of the Man», aunque lo hacen siempre con un toque diferencial. Gómez Toré no solo se refiere a la infancia que está viendo, sino que evoca la suya. En «Sábana» declara: «en mi niñez / mi abuela vive aún, / aún extiende la sábana». Más tarde, en el candoroso «Piedra», simplemente nos desliza: «Mi hijo, el más pequeño, / arropa con un pañuelo una piedra. // “A dormir, piedra”, dice. // Compruebo que es verdad: / la piedra duerme». El último de los poemas de esta serie se llama «Caballos» y tal vez sea el mejor del libro. La segunda parte de las cuatro que componen el volumen mantiene esta línea y nos deja poemas como «Bach», antes de ir desdibujando referentes: «Preludio de un latido, / otra vez / y otra vez / rasga el chelo la noche. // Así insiste la muerte. // Así, / la vida».

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