José Antonio Fernández Sánchez: Agua quieta

JOSÉ ANTONIO FERNÁNDEZ SÁNCHEZ
Agua quieta
Editorial Olé Libros, Valencia, 2023

«En el sustrato mineral reposa; / ese lugar que siendo cementerio / es luz también, / y río permanente, / lecho de quietas aguas».

José Antonio Fernández Sánchez (Terrassa, 1963) escribe sus poemas desde una temperatura cercana al haiku. Se dedica a observar minuciosamente y la gran protagonista de su observación es la naturaleza. En cada poema, el hecho de mirar es un rito que requiere una preparación previa, un proceso que pormenoriza en alguna de las piezas y que empieza por instarse: «Mantén la discreción en tu mirada. / atenta y servicial, déjala libre, / que vuele soberana y complaciente», y más adelante, «aguarda a que se calme el cristalino, // y, solo entonces, mira». La idea que subyace es que la naturaleza está haciendo su trabajo, unas veces con más exactitud que otras: «llega el otoño con convencimiento». Así, el canto de un pájaro puede actuar como una llave de la mañana: «en esas fue el jilguero, / con su sincero canto, / quien fue llamado a abrir el nuevo día, / rompiendo el velo frágil de los sueños». Fernández Sánchez siente que, de algún modo secreto, el ser humano, al aproximarse, por el mero hecho de estar, con solo observarlo, está contaminando ese proceso: «esa mirada mía, que es intrusa, / capaz de revertir el equilibrio, / de ser dañina posibilidad, / ni toca el tallo amargo, ni lo muestra». En su afán de no intervenir llega al extremo de contener la respuesta cuando la propia naturaleza es la que viene a incomodar. Por ejemplo, cuando un mosquito revolotea en la estancia: «deja que esa insignificante cosa / vuele, zumbe, te siga y te persiga, / juegue con tu paciencia, / igual que un verso / que zumba y te persigue / y no doblegas». Este proceso casi místico de trabajar la observación sin estar tiene recompensa: a veces permite guardar un retazo de vida: «qué bello es el recuerdo, revivirlo: / radiante aquel gorrión sobre lo blanco. // Bendita brevedad. No existe apenas». Otras veces se establece un esbozo de comunicación entre iguales: «Lo observo. Entonces me regala un trino. // No juzga, solo cumple su labor».

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