Pablo Núñez, Tus pasos en la niebla

PABLO NÚÑEZ
Tus pasos en la niebla
Renacimiento, Sevilla, 2020

«Y ya todo es quietud porque eres dueño / del saber y la duda -son lo mismo- / ante la incertidumbre del naufragio».
Pablo Núñez (Langreo, 1980) se adentra en la madurez con paso decidido, aunque vivir sea caminar en la niebla. Es joven aún pero ya habla del pasado con la nostalgia encendida. Ha llegado a la edad en la que, al contemplar unas fotografías viejas, puede entonar con Gil de Biedma aquel «ya todo se comprende». Comprendemos que «traicionamos a veces, pero suele / ser la vida más bien la que traiciona», comprendemos que no eran cuentos los que nos contaron, que han cambiado los códigos, que «queríamos luchar» y «tenía el sol la voluntad de amarnos, / pero no había tiempo». Recordar no es doloroso si uno acepta, con estoicismo, que no hay regreso. Al fin y al cabo, «a cada golpe debes lo que has sido». Además el poeta sabe que ahora es él quien decide y está decidido a desoír las voces que quieren dirigirlo: «que las sirenas continúen / cantando lo que quieran para otros…», «equivócate solo». Pablo Núñez ha armado este, su segundo poemario publicado, con confidencias en torno a la belleza del mundo, que a veces te roza por las calles, ya sean calles de ciudades neblinosas, como Ginebra, Verbier, Nueva York o Salamanca, o de esos caminos interiores que llaman a nuestros pasos desde la lectura de Píndaro o desde un cuadro de Edward Hopper: «las huellas del ayer las atesoro, / atrapo fugazmente lo que huye, / y leer significa antes que nada / confrontar las verdades y los sueños». En su escritura se detectan a su vez las raíces, bien asimiladas, de Kavafis, del ya citado Biedma, de Rosillo, de Borges y en especial de d´Ors. No en vano utiliza la ironía para componer su autorretrato a la manera del gallego, dándose instrucciones en segunda persona y negando lo que afirma, en uno de los poemas más potentes del libro: «No le cuentes que te entusiasma Bach». Otro que destaca es «Al cabo de los años», «cuando el mañana exista solo en la memoria», y sea otro, tal vez un hijo, el que comprenda y haga suya «esa contradición que fuimos».

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