Luis Antonio de Villena, Grandes galeones bajo la luz lunar

LUIS ANTONIO DE VILLENA
Grandes galeones bajo la luz lunar
Visor, Madrid, 2019
«Nadie se lleva nada a ningún sitio. Pero puede dejar un vago recuerdo -como perdidas estelas- de burbujas, placer y dicha».
Luis Antonio de Villena (Madrid, 1951), infatigable crítico, ensayista, memorialista y poeta, ha reunido sus últimos cuatro años de versos en un volumen que ha titulado Grandes galeones bajo la luz lunar. El título evoca ya la decadencia de los velámenes y el romanticismo de la luna. Y Villena, que sabe que ese es su territorio, se regodea, se deja llevar sin demasiados frenos, sin preocuparse de si el resultado son poemas o poemas en prosa o leyendas becquerianas. Hay un peso de nostalgia en cada línea: «Uno siente la felicidad que me dices, no la recuerda, ya que recordar / la embalsamaría». Se refiere sobre todo a pasajes llenos de intimidad e impudicia, donde la impudicia es imprescindible porque introduce la realidad donde tal vez solo haya anhelo y bruma: «Murió. No está. No sé si muchos lo recuerdan. / No hizo nada. Ser. Fulgir. Ensalmar». En la recopilación, que es abundosa y precisa, de letra menuda, hay también momentos de extraño lirismo, como cuando habla de su sueño de que una mujer lo cuide, o descubre en sí mismo gestos que reviven por un instante a su madre y a su tía, o reconstruye el relato de la terrible muerte de un minino. También hay mucha alusión al declive de la vida: «¿Qué te hable de la vejez? Si yo pudiera y tú me entendieses, como en un relámpago, dejarías de ser al instante joven, Martín». Hay también mucha autocompasión, siempre jugando en los bordes del patetismo, cuando se declara viejo verde o se siente el ser de lejanías en que desemboca la vida: «Sólo me cabe buscar alguna joven belleza cobijadora, que pasará a mi lado sin verme, peculiar privilegio del fantasma». Y en medio de la prosodia, a veces automática, tendida otras con un cierto desgaire, consciente de narrar la decadencia de un decadente, también hay lecciones escondidas: «la poesía es lo que no sabes por qué escribes, (…) lo que no logramos capturar, esa sensación de esenciero abierto, volátil, aroma que es y ha huido».

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