Mario Míguez, Difícil es el alba

MARIO MÍGUEZ
Difícil es el alba
Renacimiento, Sevilla, 2018, 184 pág., 11,90€

«A pesar de lo mucho que nos duela / es siempre saludable el desengaño / y nunca debería entristecernos: / ¿ver más claro no es fuente de alegría?»

Nacido en Madrid en 1962, Mario Míguez murió en la capital de España en 2017. La editorial Renacimiento ha reunido una selección de poemas de sus tres libros publicados y bastantes inéditos bajo la supervisión de José Cereijo, que ha escrito también un prólogo esclarecedor. Señala que Míguez ha sido «el secreto de unos pocos», un poeta singular, no solo por eludir la vida literaria, también por llevar sus poemas hasta el borde de lo inefable: «Y debe nuevamente como Heracles / ir más allá de todo, más allá / de sí mismo, aun a riesgo / de no poder volver, / buscando un brote puro que en su lengua / germine generoso, / buscando las palabras en el límite / del dolor y el peligro». Por su vocación clásica, los poemas de Míguez ofrecen una dicción pura y una tensión versal poco frecuente en sus contemporáneos. También se apoya con frecuencia en los mitos griegos, como hace en «Insepulto», poema en el que da voz al cadáver de Polinices. Sus versos emanan del silencio interior, que evoca sobre todo en sus primeros libros: «mi voz tengo que hacerla de silencio», dice en un poema que puede leerse como una poética. La religión late en el trasfondo, aunque Míguez sepa nombrar de muchos modos esa trascendencia, desde el propio Silencio con mayúscula, hasta el misterio («cuando somos infieles al misterio / somos infieles a nosotros mismos»), pasando por el omnipresente amor: «Sigo aún, mal actor, sin personaje, / atento a que el amor dicte mi texto, / improvisando siempre, sin ensayos…/ Si alguien habló del éxito, mentía: / al amor ¿qué le importan los aplausos?». Como afirma el prologuista Cereijo, los poemas, que a menudo son largos, no bajan de intensidad en las transiciones. A veces recuerdan el divagar gozoso de Claudio Rodríguez. «En vano es querer ir hacia ese espacio / porque él está viniendo / sin pausa alguna, siempre, hacia nosotros; / pero sólo en quietud / si aceptamos humildes nuestro límite / podemos recibirlo».

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