Eloy Sánchez Rosillo, Las cosas como fueron

ELOY SÁNCHEZ ROSILLO
Las cosas como fueron
Tusquets, Barcelona, 2018.756 pág.
«Sé muy bien / que no fui yo quien hizo los poemas / que en mis libros figuran. Fueron ellos / los que a mí me crearon, los que han ido / poco a poco tejiendo el nombre que me nombra, / la identidad que tengo».
Eloy Sánchez Rosillo (Murcia, 1948) recapitula por cuarta vez su poesía completa bajo el título de Las cosas como fueron. Diez poemarios que, como él mismo indica en la nota preliminar, podrían dividirse en dos grandes etapas: los cinco primeros en los que lamenta el paso del tiempo y los cinco últimos en los que celebra la vida. El sexto libro, La certeza, vive la transición entre ambas tendencias. En cualquier caso, antes y después, la poesía de Sánchez Rosillo fluye con naturalidad, nombra todo lo que hace falta para que le acompañemos en la emoción serena, crea un universo propio que nos embarca en su fascinación. Dice que no ha retirado ni un poema, siguiendo el consejo de su amigo Ramón Gaya. Sin embargo ha restañado, retocado y pulido aquí y allá. La tentación del lector habitual del murciano es comprobar si poemas suyos que tiene por emblemáticos, como «Un jilguero», «El eremita» o «Casta diva», han experimentado algún cambio, y detecta que algunos sí, casi siempre para mejorar, aunque tendemos a considerar como intocable lo que siempre nos emocionaba. Pero el poeta no piensa en nosotros, sino en la posteridad, y tiene derecho a hacerlo. Los que han tenido ocasión de acercarse a Sánchez Rosillo en uno o dos libros, aquí podrán saborearlo completo, desde Maneras de estar solo hasta Quién lo diría, con el añadido de tres poemas inéditos que apuntan ya hacia un libro exento en un futuro no lejano. Se trata de un reencuentro con su madre, en una atmósfera onírica, de una carta a sus lectores póstumos y de las consideraciones que le suscita la lectura de cartas que los indianos enviaban a los parientes que habían quedado en la Península, misivas sencillas y nostálgicas, que el poeta eleva y transfigura. Aunque esto no deja de ser una paráfrasis. Hay que leerlo: «El ser entero pone / en lo que va escribiendo. / Todo el idioma tiembla en sus palabras». 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Puedes expresar tu opinión sobre este artículo